Ampliaremos, como dicen en el twitter de RTVE.
Os dejo un par de imágenes del último conjunto de mi muñeca Isabel. En ellas aparece vestida como Alaska en la gira "Noche de Variedades", concretamente el número de "Cómo pudiste hacerme esto a mí". También os dejo una imagen de un conjunto un poco más viejo, de la gira de "Absolutamente". Ya publicaré una entrada completa con más imágenes.
viernes, 7 de diciembre de 2012
domingo, 9 de septiembre de 2012
La República
Bueno, queridos lectores, si es que hay alguno, he vuelto de mis vacaciones y retomo este blog. En las próximas entradas hablaré de los miembros del gobierno de la República, el órgano con el control político de la Habitación. Una serie de Ministros que se encargan de dirigir políticamente la República, cada uno ocupándose de se Ministerio. Actualmente están convocadas unas elecciones a Primer Ministro. Empecemos a conocer al Gobierno.
domingo, 15 de julio de 2012
Exilio
Ya he terminado de presentar a la Familia Real y a dos juguetes que fueron muy relevantes antes de la Revolución (aunque aún hay juguetes de antes de la Revolución que deben ser presentados). Os dejo un extracto del prólogo de La Princesa y Yo, que se titula (el prólogo) La Maldición de los Juguetes.
Unos golpes la despertaron en medio de la noche.
-¡Barbie, abre la puerta!
Barbie se levantó torpemente.
-¿Quién es?
-Soy Action Man. Abre la puerta te digo.
Barbie abrió la puerta de la casita.
-¿Qué quieres a estas horas?- preguntó, dejándole pasar.
-¿Estás vestida? Veo que sí. Despierta a las niñas, hay que irse.
-Action Man, explícame qué pasa.
-No hay tiempo, tenemos que irnos.
-No me moveré hasta que no me des una explicación.
Action Man gruñó.
-Muy bien. Barbie, los ciudadanos se ha rebelado.
-¿Qué?
-La maldición se está cumpliendo. Han asaltado el Palacio Real en busca del Rey y la Princesa. Al parecer, alguien les ha dicho que se está gastando el dinero del Imperio en lujos, bailes, vestidos... Ya sabes, como si no os importase lo que le pase al pueblo.
-¿Qué ha pasado con los miembros de la corte?¿Y el Rey?
-El Sr. Tres Cuernos ha huido a tiempo por una salida secreta. No sé nada del resto. Te buscan a ti, y en cuanto recuerden que no vives en el Palacio, vendrán hacia acá.
-¿A dónde huiremos?
-El buque está en el puerto listo para zarpar. Tenemos que irnos ya. Esta casa está justo en la otra punta de Génevia.
-Mejor que vivir en el centro de París... Voy a despertar a las niñas.
Barbie subió las escaleras y sacó a las mellizas de sus camas.
-¡Niñas!¡Ana, Teresa, Helena, despertad, hay que irse!
Las niñas bajaron medio dormidas al salón y entre Barbie y Action Man les pusieron los petos.
-Venga, salgamos.
Pero ya era tarde. Una turba furiosa aporreaba la puerta.
-¡Ya están aquí!- exclamó Action Man.
-¿Quiénes?- preguntaron las mellizas.
-¡Por la ventana de la cocina!- exclamó Barbie -No nos verán salir por ahí.
Action Man corrió hacia la ventana que decía Barbie y la abrió.
-¡Rápido!
Barbie cogió a las niñas una a una y se las fue pasando a Action Man, que las sacaba por la ventana.
-Ahora tú, Barbie.
Los golpes eran cada vez más fuertes. ¡Iban a echar la puerta abajo!
Barbie estaba subida en el fregadero, lista para salir por la ventana, cuando recordó algo.
-¡Las joyas de mi madre!
-¡No hay tiempo, Barbie!- Action Man no esperó más y la empujó a salir, siguiéndola rápidamente. Unos instantes después, el tumulto de Playmobil y otros juguetes entró a saco en la Casita y la arrasaron en busca de la Princesa.
-¡Barbie, abre la puerta!
Barbie se levantó torpemente.
-¿Quién es?
-Soy Action Man. Abre la puerta te digo.
Barbie abrió la puerta de la casita.
-¿Qué quieres a estas horas?- preguntó, dejándole pasar.
-¿Estás vestida? Veo que sí. Despierta a las niñas, hay que irse.
-Action Man, explícame qué pasa.
-No hay tiempo, tenemos que irnos.
-No me moveré hasta que no me des una explicación.
Action Man gruñó.
-Muy bien. Barbie, los ciudadanos se ha rebelado.
-¿Qué?
-La maldición se está cumpliendo. Han asaltado el Palacio Real en busca del Rey y la Princesa. Al parecer, alguien les ha dicho que se está gastando el dinero del Imperio en lujos, bailes, vestidos... Ya sabes, como si no os importase lo que le pase al pueblo.
-¿Qué ha pasado con los miembros de la corte?¿Y el Rey?
-El Sr. Tres Cuernos ha huido a tiempo por una salida secreta. No sé nada del resto. Te buscan a ti, y en cuanto recuerden que no vives en el Palacio, vendrán hacia acá.
-¿A dónde huiremos?
-El buque está en el puerto listo para zarpar. Tenemos que irnos ya. Esta casa está justo en la otra punta de Génevia.
-Mejor que vivir en el centro de París... Voy a despertar a las niñas.
Barbie subió las escaleras y sacó a las mellizas de sus camas.
-¡Niñas!¡Ana, Teresa, Helena, despertad, hay que irse!
Las niñas bajaron medio dormidas al salón y entre Barbie y Action Man les pusieron los petos.
-Venga, salgamos.
Pero ya era tarde. Una turba furiosa aporreaba la puerta.
-¡Ya están aquí!- exclamó Action Man.
-¿Quiénes?- preguntaron las mellizas.
-¡Por la ventana de la cocina!- exclamó Barbie -No nos verán salir por ahí.
Action Man corrió hacia la ventana que decía Barbie y la abrió.
-¡Rápido!
Barbie cogió a las niñas una a una y se las fue pasando a Action Man, que las sacaba por la ventana.
-Ahora tú, Barbie.
Los golpes eran cada vez más fuertes. ¡Iban a echar la puerta abajo!
Barbie estaba subida en el fregadero, lista para salir por la ventana, cuando recordó algo.
-¡Las joyas de mi madre!
-¡No hay tiempo, Barbie!- Action Man no esperó más y la empujó a salir, siguiéndola rápidamente. Unos instantes después, el tumulto de Playmobil y otros juguetes entró a saco en la Casita y la arrasaron en busca de la Princesa.
Action Man, Barbie y las tres mellizas subían corriendo la ladera que había tras la casita para así atrochar y llegar antes a la zona del puerto. Se encontraron con Mickey, que huía en dirección contraria.
-Mickey, ¿a dónde vas? El puerto está en esa dirección.
-No voy al puerto. También han tomado esa zona y apenas hay forma de llegar hasta el barco. Me han dicho que varios juguetes se van a refugiar en las cuevas. Voy hacia allí.
-Mickey, en la dirección en la que vas te encontrarás con los que nos persiguen- avisó Barbie -Vente con nosotros.
-Gracias, Barbie, pero sabré apañármelas. Buena suerte y hasta siempre.
-Mickey, te echaremos de menos- dijo Ana al borde las las lágrimas. Barbie se dio cuenta de que las niñas ya eran conscientes de lo que estaba pasando.
-Y yo a vosotras, chicas. Pero no lloréis, es posible que algún día volvamos a vernos.
Se abrazaron y luego Mickey siguió su camino.
-Vámonos- apremió Action Man- No hay tiempo que perder.
Cuando llegaron a la zona del puerto, se dieron cuenta de que Mickey tenía razón: allí ya no se podía pasar desapercibido.
-¿Qué haremos ahora?- preguntó Barbie.
-Ya sé- dijo Teresa -¿No está por aquí el almacén de telas y servilletas? Podemos hacernos unas capas con ellas para pasar inadvertidos.
-No funcionará- replicó Action Man -no todo el mundo puede permitirse servilletas. Además, son una característica de la princesa.
-Si cogemos las blancas, que son las más baratas, no se darán cuenta.
Entraron en el almacén, que ya había sido abandonado. Las niñas se ocultaron con papel de cocina blanco, pero Barbie tuvo una idea mejor: ella y Action Man se hicieron las capas con unos sacos de carbón de Reyes. Salieron a la calle y echaron a andar hacia el puerto. La enormes chimeneas humeantes del barco ya podían divisarse. Barbie estaba muy nerviosa; la capa le quedaba corta y la gente no hacía más que mirar sus pies, calzados con los zapatos verdes de la Realeza. Al doblar una esquina, se encontraron en la calle que llevaba hasta el buque.. Los guardias tenían un poco controlada la zona para que algunos pasajeros pudieran subir a bordo. Echaron a correr hacia el barco, pero helena tropezó y cayó al suelo. barbie se giró rápidamente para ayudarla a levantarse y entonces se le cayó la capa.
-¡Es la Princesa!¡Cogedla!
Barbie tiró de Helena y echaron a correr.
-¡No paréis, corred!
Action Man se quitó la capa para correr más rápido y entre él y Barbie se las quitaron a las mellizas con el mismo propósito. Barbie tropezó, pero se recuperó y corrió hasta que todos estuvieron en la pasarela del barco, que se puso en movimiento. Barbie se miró los pies. ¡Había perdido un zapato!
-Tengo que ir por él.
-No, Barbie, no hay tiempo.
-¡Es el zapato de mi madre!
-Iré yo- accedió Action Man.
Saltó de la pasarela y corrió hasta donde se encontraba el zapato y lo cogió con una mano. pero ya no pudo volver. La multitud la tomó con él y lo rodeó.
-¡Action Man, no!- gritaba Barbie -¡Paren las máquinas!¡Hay un muñeco en tierra!
Pero nadie la escuchaba ya.
-¡Barbie!- gritó Action Man, rodeado y atacado por todas partes -Nos volveremos a ver, te lo prometo.
Barbie intentó saltar para ayudar a Action Man, pero los guardias se lo impidieron.
-¡Soltadme, soltadme!¡Action Man!
-¡Buena suerte, Barbie!-un golpe en la cabeza tiró a Action Man al suelo y la multitud lo dejó inconsciente. Action Man, sin embargo, no soltó el zapato de Barbie.
-¡Action Man, no!- gritó Barbie, alargando en vano el brazo.
Barbie se retorció, intentó zafarse de los guardis, pero sin éxito. La condujeron al interior del barco con las niñas. En el barco también habían conseguido embarcar el Sr. Tres Cuernos, Epi Cosquillas, Blas y otros juguetes, principalmente peluches, como el Mono Amarillo, los señores Furby, etc.
-Mickey, ¿a dónde vas? El puerto está en esa dirección.
-No voy al puerto. También han tomado esa zona y apenas hay forma de llegar hasta el barco. Me han dicho que varios juguetes se van a refugiar en las cuevas. Voy hacia allí.
-Mickey, en la dirección en la que vas te encontrarás con los que nos persiguen- avisó Barbie -Vente con nosotros.
-Gracias, Barbie, pero sabré apañármelas. Buena suerte y hasta siempre.
-Mickey, te echaremos de menos- dijo Ana al borde las las lágrimas. Barbie se dio cuenta de que las niñas ya eran conscientes de lo que estaba pasando.
-Y yo a vosotras, chicas. Pero no lloréis, es posible que algún día volvamos a vernos.
Se abrazaron y luego Mickey siguió su camino.
-Vámonos- apremió Action Man- No hay tiempo que perder.
Cuando llegaron a la zona del puerto, se dieron cuenta de que Mickey tenía razón: allí ya no se podía pasar desapercibido.
-¿Qué haremos ahora?- preguntó Barbie.
-Ya sé- dijo Teresa -¿No está por aquí el almacén de telas y servilletas? Podemos hacernos unas capas con ellas para pasar inadvertidos.
-No funcionará- replicó Action Man -no todo el mundo puede permitirse servilletas. Además, son una característica de la princesa.
-Si cogemos las blancas, que son las más baratas, no se darán cuenta.
Entraron en el almacén, que ya había sido abandonado. Las niñas se ocultaron con papel de cocina blanco, pero Barbie tuvo una idea mejor: ella y Action Man se hicieron las capas con unos sacos de carbón de Reyes. Salieron a la calle y echaron a andar hacia el puerto. La enormes chimeneas humeantes del barco ya podían divisarse. Barbie estaba muy nerviosa; la capa le quedaba corta y la gente no hacía más que mirar sus pies, calzados con los zapatos verdes de la Realeza. Al doblar una esquina, se encontraron en la calle que llevaba hasta el buque.. Los guardias tenían un poco controlada la zona para que algunos pasajeros pudieran subir a bordo. Echaron a correr hacia el barco, pero helena tropezó y cayó al suelo. barbie se giró rápidamente para ayudarla a levantarse y entonces se le cayó la capa.
-¡Es la Princesa!¡Cogedla!
Barbie tiró de Helena y echaron a correr.
-¡No paréis, corred!
Action Man se quitó la capa para correr más rápido y entre él y Barbie se las quitaron a las mellizas con el mismo propósito. Barbie tropezó, pero se recuperó y corrió hasta que todos estuvieron en la pasarela del barco, que se puso en movimiento. Barbie se miró los pies. ¡Había perdido un zapato!
-Tengo que ir por él.
-No, Barbie, no hay tiempo.
-¡Es el zapato de mi madre!
-Iré yo- accedió Action Man.
Saltó de la pasarela y corrió hasta donde se encontraba el zapato y lo cogió con una mano. pero ya no pudo volver. La multitud la tomó con él y lo rodeó.
-¡Action Man, no!- gritaba Barbie -¡Paren las máquinas!¡Hay un muñeco en tierra!
Pero nadie la escuchaba ya.
-¡Barbie!- gritó Action Man, rodeado y atacado por todas partes -Nos volveremos a ver, te lo prometo.
Barbie intentó saltar para ayudar a Action Man, pero los guardias se lo impidieron.
-¡Soltadme, soltadme!¡Action Man!
-¡Buena suerte, Barbie!-un golpe en la cabeza tiró a Action Man al suelo y la multitud lo dejó inconsciente. Action Man, sin embargo, no soltó el zapato de Barbie.
-¡Action Man, no!- gritó Barbie, alargando en vano el brazo.
Barbie se retorció, intentó zafarse de los guardis, pero sin éxito. La condujeron al interior del barco con las niñas. En el barco también habían conseguido embarcar el Sr. Tres Cuernos, Epi Cosquillas, Blas y otros juguetes, principalmente peluches, como el Mono Amarillo, los señores Furby, etc.
¿Qué pasó con los juguetes que no consiguieron huir? Nunca se supo. Con el tiempo, los juguetes exiliados también desaparecieron. Al parecer, la maldición era cierta, pues el final de muchos fue completamente desgraciado. tantos sueños rotos, tantas vidas se destruyeron aquella noche... El mundo que se conocía desapareció para siempre y el Imperio nunca volvió a ser el mismo. Tras la revolución, desapareció la Monarquía. Los juguetes para niñas nunca volvieron a ser felices en la habitación. París y sus monumentos cayeron en decadencia y, con el tiempo, la ciudad fue abandonada para siempre y quedó deshabitada. Nunca volvieron a vivirse tiempos tan felices como los que precedieron a la revolución. Y de Barbie y las Tres mellizas... Nunca más volveríamos a saber de ellas. Nunca más.
Action Man
Os presento a Action Man, un regalo de Papá Noel de la Nochebuena de 1998.
Confieso que no me atraía especialmente Action Man, pero eso de que viniese con una cámara incorporada me chiflaba. Nunca llegué a revelar las fotos que hice si las hice. Olvidad esas gafas de sol, porque yo ni las recuerdo, véase que las perdí. Action Man no era mi juguete preferido, pero sí que lo cogía de vez en cuando. El principal problema era que no daba para más que para la profesión de cámara o reportero. Hace unos años, se lo regalé a mi primo Mario. Parece ser que sólo le faltan los accesorios y el pantalón, pero sé que conserva las botas. Me planteo rescatarlo y restaurarlo.
El papel de Action Man en La Princesa y Yo es breve pero fundamental, puesto que en él se encuentra la clave para resolver uno de los principales misterios de la trama. Action Man vivía en el Reino Federado, ése que se une al Reino de París-Genevia. Action Man, hombre de acción como su nombre indica, viaja a América a cumplir con una misión y conoce en ese país a Barbie (conoce a muchas Barbies, es América, pero todos sabéis de qué Barbie hablo). No tienen un buen comienzo y el rudo aventurero no es capaz de conseguir caer bien a la rebelde e inconformista muñeca.
Tiempo después, cuando Action Man ya vive en París, se reencuentra con Barbie en un baile en el Grand Palais (este palacio sólo era usado para recepciones, despacho real y bailes; el Louvre es la Residencia Real). El reencuentro es violento para ambos, pero se ven forzados a cooperar en el trabajo como equipo de reporteros, recorriendo el territorio del Imperio.
La mayor aventura que vivieron juntos fue en otra Habitación (Habitación será frecuentemente usado como sinónimo de País), en la que ambos fueron secuestrados: Action Man fue incorporado a la fuerza en las filas de los juguetes para niños y Barbie en el bando rival. Ambos decidieron huir y planearon su fuga, que se vio frustrada por un plan de los juguetes para niñas: obligar a Barbie a casarse con un príncipe Ken. Action Man consiguió rescatar a Barbie en medio de la boda, huyendo juntos y siendo perseguidos por los bandos rivales, que olvidaron sus diferencias para evitar que escapasen los muñecos.
Tras este episodio, ambos aprendieron a respetarse, pero siempre guardando cierta distancia. Surgieron rumores de que entre ellos había un romance, aunque estos rumores están sin confirmar, ya que nunca lo mostraron en público. Durante el proceso de coronación de Barbie, Action Man fue nombrado guardaespaldas de la Princesa, protegiéndola la noche de su Coronación, cuando el misterioso intruso lanzó una maldición sobre la Familia Real y demás juguetes para niñas. La noche de la Revolución, Action Man consigue que Barbie y las Tres Mellizas puedan escapar en barco, pero él no lo consigue, y se queda en París con un zapato de Barbie. Action Man es encarcelado por colaborar con la Monarquía y, cuando es liberado, se recluye en la Catedral de Notre Dame, una vez abandonado París, donde muere de una enfermedad que contrajo en prisión.
Confieso que no me atraía especialmente Action Man, pero eso de que viniese con una cámara incorporada me chiflaba. Nunca llegué a revelar las fotos que hice si las hice. Olvidad esas gafas de sol, porque yo ni las recuerdo, véase que las perdí. Action Man no era mi juguete preferido, pero sí que lo cogía de vez en cuando. El principal problema era que no daba para más que para la profesión de cámara o reportero. Hace unos años, se lo regalé a mi primo Mario. Parece ser que sólo le faltan los accesorios y el pantalón, pero sé que conserva las botas. Me planteo rescatarlo y restaurarlo.
El papel de Action Man en La Princesa y Yo es breve pero fundamental, puesto que en él se encuentra la clave para resolver uno de los principales misterios de la trama. Action Man vivía en el Reino Federado, ése que se une al Reino de París-Genevia. Action Man, hombre de acción como su nombre indica, viaja a América a cumplir con una misión y conoce en ese país a Barbie (conoce a muchas Barbies, es América, pero todos sabéis de qué Barbie hablo). No tienen un buen comienzo y el rudo aventurero no es capaz de conseguir caer bien a la rebelde e inconformista muñeca.
Tiempo después, cuando Action Man ya vive en París, se reencuentra con Barbie en un baile en el Grand Palais (este palacio sólo era usado para recepciones, despacho real y bailes; el Louvre es la Residencia Real). El reencuentro es violento para ambos, pero se ven forzados a cooperar en el trabajo como equipo de reporteros, recorriendo el territorio del Imperio.
La mayor aventura que vivieron juntos fue en otra Habitación (Habitación será frecuentemente usado como sinónimo de País), en la que ambos fueron secuestrados: Action Man fue incorporado a la fuerza en las filas de los juguetes para niños y Barbie en el bando rival. Ambos decidieron huir y planearon su fuga, que se vio frustrada por un plan de los juguetes para niñas: obligar a Barbie a casarse con un príncipe Ken. Action Man consiguió rescatar a Barbie en medio de la boda, huyendo juntos y siendo perseguidos por los bandos rivales, que olvidaron sus diferencias para evitar que escapasen los muñecos.
Tras este episodio, ambos aprendieron a respetarse, pero siempre guardando cierta distancia. Surgieron rumores de que entre ellos había un romance, aunque estos rumores están sin confirmar, ya que nunca lo mostraron en público. Durante el proceso de coronación de Barbie, Action Man fue nombrado guardaespaldas de la Princesa, protegiéndola la noche de su Coronación, cuando el misterioso intruso lanzó una maldición sobre la Familia Real y demás juguetes para niñas. La noche de la Revolución, Action Man consigue que Barbie y las Tres Mellizas puedan escapar en barco, pero él no lo consigue, y se queda en París con un zapato de Barbie. Action Man es encarcelado por colaborar con la Monarquía y, cuando es liberado, se recluye en la Catedral de Notre Dame, una vez abandonado París, donde muere de una enfermedad que contrajo en prisión.
Las Tres Mellizas
Es, de verdad, la mejor foto que he podido encontrar. Parece ser que no hay fotos más decentes que esta. Bueno, de todas formas, todos sabéis qué serie de televisión era Las Tres Mellizas y cómo eran las muñecas de tela (concretamente no son las de esta foto, eran un pelín más grandes y eran las de los noventa, con los zapatos marrones y un uniforme un poco más bonito). Si tenéis alguna duda aún respecto a la apariencia de estas muñecas, recurrid a Google. Si no he cogido fotos de primer plano es porque no salían muy favorecidas.
Vayamos al tema. En 1999 salió a la venta La Casita de Las Tres Mellizas. Previamente yo ya había tenido unas muñecas de goma de esta serie, pero pedí la casita para Reyes. La verdad es que me volvía loco la serie, incluso aún las sigo viendo. El 5 de enero de 2000, los Reyes Magos dejaron en casa de mi abuela, junto con Epi Cosquillas, la Casita. Era la mejor casa de muñecas que podáis imaginar. Las sábanas venían limpias y planchadas, la vajilla se guardaba en la alacena y los cubiertos en el cajón de la mesa azul, y las tazas podían dejarse en el fregadero. Además, las pegatinas te hacían sentir que realmente la casita estaba sacada de la serie. Con el tiempo, mudé a mi muñeca Barbie junto a las mellizas, añadí más pegatinas propias a la casita (un cromo de la escena en la que La Cenicienta pierde el zapato hacía las veces de cuadro y de tele) e incluso pululaban otros juguetes por ella. Pero una mudanza temporal hizo que se empezasen a desperdigar las cosas. Se perdió la muñeca de Teresa, luego los vestidos, finalmente Ana y Helena... La Casita acabó en la cochera de mi abuela, finalmente en la casa del campo y luego mi abuela la tiró, sin permiso, claro, porque podría haberla restaurado para otras muñecas. Afortunadamente, se salvaron las camas, el reloj, alguna silla, parte de la vajilla... No mucho, pero suficiente para dar un toque de nostalgia y homenaje a una casa de muñecas que tengo proyectada.
Ya habéis visto que mis muñecas se perdieron. ¿Cómo se refleja eso en mi cuento? Fueron víctimas de la maldición de la que ya he hablado.
En La Princesa y Yo, la Casita está ubicada a las afueras de París, en la ciudad-puerto de Genevia, en un barrio entre varias cuestas y una colina. En ella viven las Tres Mellizas, junto con Barbie. No tenía pensado revelar toda la historia aquí, porque es algo que no se revela en el cuento hasta bien avanzada la acción, pero me vais a dejar desvelar el secreto. Las Tres Mellizas son las hijas más pequeñas de la Emperatriz Reyna, nacidas de un breve romance de ésta con el Sr. Tres Cuernos al unirse los Reinos. El Sr. Tres Cuernos intentó que las Mellizas fuesen nombradas Herederas, pero Reina, que temía la pérdida de autodeterminación de su pueblo y un futuro difícil para sus hijas, se negó y prefirió exiliarse para protegerlas. Reyna en ningún momento quiso que tuviesen el más mínimo derecho dinástico, aun cuando tuviesen el título de Grandes Duquesas o Infantas. Reyna, aunque no las negó, no quiso hacer público que las Mellizas eran sus hijas, con el fin de protegerlas y presentarlas en sociedad en el momento adecuado. Cuando Barbie estaba en París, trabajando como periodista, Reyna estimó oportuno enviarle a sus hermanas a la ciudad, y para ello compró una casa en su propia ciudad natal, Genevia. Las Mellizas apoyaron a su hermana mayor a la hora de tomar la decisión de aceptar la Corona y huyeron con ella la noche de la Revolución, hacia Londres. Barbie viajó a San Francisco a reunirse con su madre, asegurándole que sus hermanas estaban a salvo bajo el amparo de la reina inglesa, a quien habían debido explicar la situación. Barbie desapareció poco después, se la dio por muerta, y Reyna debió viajar a Londres para reunirse con sus hijas, a las que decidió llevar con ella de nuevo a San Francisco en el buque de lujo Titanic, en su primera travesía.
La tragedia, como imaginaréis, sacudió al barco. Aunque Reyna y las Mellizas consiguieron subir a un bote durante el hundimiento, este volcó debido a la ola que provocó la popa del barco al romperse y chocar contra el agua. Reyna fue subida a otro bote suplicando por sus hijas, que, al ser de tela, se empaparon rápidamente, no pudieron seguir nadando y murieron congeladas. Sus cuerpos fueron rescatados unos días después. Durante mucho tiempo, nadie supo del verdadero origen de las tres mellizas, hasta que Isabel, investigando sobre la maldición, descubre casi todo lo relativo a ella y lo hace público.
Las Mellizas, ya que no figuran en la historia como miembros de la Familia Real hasta que Isabel lo descubre, no van a tener dicha etiqueta.
Vayamos al tema. En 1999 salió a la venta La Casita de Las Tres Mellizas. Previamente yo ya había tenido unas muñecas de goma de esta serie, pero pedí la casita para Reyes. La verdad es que me volvía loco la serie, incluso aún las sigo viendo. El 5 de enero de 2000, los Reyes Magos dejaron en casa de mi abuela, junto con Epi Cosquillas, la Casita. Era la mejor casa de muñecas que podáis imaginar. Las sábanas venían limpias y planchadas, la vajilla se guardaba en la alacena y los cubiertos en el cajón de la mesa azul, y las tazas podían dejarse en el fregadero. Además, las pegatinas te hacían sentir que realmente la casita estaba sacada de la serie. Con el tiempo, mudé a mi muñeca Barbie junto a las mellizas, añadí más pegatinas propias a la casita (un cromo de la escena en la que La Cenicienta pierde el zapato hacía las veces de cuadro y de tele) e incluso pululaban otros juguetes por ella. Pero una mudanza temporal hizo que se empezasen a desperdigar las cosas. Se perdió la muñeca de Teresa, luego los vestidos, finalmente Ana y Helena... La Casita acabó en la cochera de mi abuela, finalmente en la casa del campo y luego mi abuela la tiró, sin permiso, claro, porque podría haberla restaurado para otras muñecas. Afortunadamente, se salvaron las camas, el reloj, alguna silla, parte de la vajilla... No mucho, pero suficiente para dar un toque de nostalgia y homenaje a una casa de muñecas que tengo proyectada.
Ya habéis visto que mis muñecas se perdieron. ¿Cómo se refleja eso en mi cuento? Fueron víctimas de la maldición de la que ya he hablado.
En La Princesa y Yo, la Casita está ubicada a las afueras de París, en la ciudad-puerto de Genevia, en un barrio entre varias cuestas y una colina. En ella viven las Tres Mellizas, junto con Barbie. No tenía pensado revelar toda la historia aquí, porque es algo que no se revela en el cuento hasta bien avanzada la acción, pero me vais a dejar desvelar el secreto. Las Tres Mellizas son las hijas más pequeñas de la Emperatriz Reyna, nacidas de un breve romance de ésta con el Sr. Tres Cuernos al unirse los Reinos. El Sr. Tres Cuernos intentó que las Mellizas fuesen nombradas Herederas, pero Reina, que temía la pérdida de autodeterminación de su pueblo y un futuro difícil para sus hijas, se negó y prefirió exiliarse para protegerlas. Reyna en ningún momento quiso que tuviesen el más mínimo derecho dinástico, aun cuando tuviesen el título de Grandes Duquesas o Infantas. Reyna, aunque no las negó, no quiso hacer público que las Mellizas eran sus hijas, con el fin de protegerlas y presentarlas en sociedad en el momento adecuado. Cuando Barbie estaba en París, trabajando como periodista, Reyna estimó oportuno enviarle a sus hermanas a la ciudad, y para ello compró una casa en su propia ciudad natal, Genevia. Las Mellizas apoyaron a su hermana mayor a la hora de tomar la decisión de aceptar la Corona y huyeron con ella la noche de la Revolución, hacia Londres. Barbie viajó a San Francisco a reunirse con su madre, asegurándole que sus hermanas estaban a salvo bajo el amparo de la reina inglesa, a quien habían debido explicar la situación. Barbie desapareció poco después, se la dio por muerta, y Reyna debió viajar a Londres para reunirse con sus hijas, a las que decidió llevar con ella de nuevo a San Francisco en el buque de lujo Titanic, en su primera travesía.
La tragedia, como imaginaréis, sacudió al barco. Aunque Reyna y las Mellizas consiguieron subir a un bote durante el hundimiento, este volcó debido a la ola que provocó la popa del barco al romperse y chocar contra el agua. Reyna fue subida a otro bote suplicando por sus hijas, que, al ser de tela, se empaparon rápidamente, no pudieron seguir nadando y murieron congeladas. Sus cuerpos fueron rescatados unos días después. Durante mucho tiempo, nadie supo del verdadero origen de las tres mellizas, hasta que Isabel, investigando sobre la maldición, descubre casi todo lo relativo a ella y lo hace público.
Las Mellizas, ya que no figuran en la historia como miembros de la Familia Real hasta que Isabel lo descubre, no van a tener dicha etiqueta.
viernes, 13 de julio de 2012
El Príncipe Enrique
He encontrado, por suerte, el modelo concreto de muñeco que yo tuve. Como veis, se trata del muñeco del príncipe de Cenicienta, al que yo llamé Enrique por la película Por Siempre Jamás. Durante todo el tiempo que lo tuve, tengo que decir que este muñeco fue muy pagafantas. Lo compré porque quería un novio para mi muñeca Madeleine, lo que podemos entender como un matrimonio concertado, vamos. El caso es que los casé, pero este muñeco pronto acabó en el baúl, sustituido por mi muñeco de Peter Parker con muda de Spider-Man. Y prácticamente no volvió a salir del baúl. En años. Hasta que se lo regalé a mi prima Jimena, que tenía una muñeca de Cenicienta. Otro matrimonio concertado. Arreglé su traje (el raso se desgarra y deshilacha con facilidad), encontré sus zapatos y lo puse a punto. El verano pasado descubrí que mis primas lo habían perdido. Triste y desagradecido final de un muñeco que durante todo su tiempo no fue reconocido y fue tratado de la manera más desagradecida posible.
De la misma manera que sólo fue relevante durante un tiempo en mi habitación, el Príncipe Enrique cobra poco protagonismo en La Princesa y Yo. Como ya se ha dicho en anteriores entradas, el Príncipe Enrique es el segundo hijo de la Emperatriz Reyna, y según la antigua ley del Reino de París, el Heredero por nacimiento. Pero la Emperatriz modificó la ley para que pudiese reinar su primogénita, Barbie. Reyna siempre dijo que era para mantener el poder de las muñecas, pero las habladurías rumoreaban sobre la posible falta de un hervor en el Príncipe (al estilo Infanta Elena). Enrique, al igual que Barbie, acompañó a su madre a San Francisco. Volvió a París varios años después, pues un grupo de antiguos cortesanos, entre ellos Epi Cosquillas, defendía los derechos al trono de una muñeca a la que presentaron como la desaparecida Princesa Barbie. Al haberse perdido los zapatos que legitimarían a esa muñeca como Heredera, la Emperatriz envió a Enrique a comprobar la identidad de la muñeca, que resultó ser finalmente una impostora instruida por el grupo de estafadores. Madeleine era una muñeca imitación Barbie, actriz de profesión, que había aceptado el encargo a cambio de una buena vida. La buena vida le llegó cuando el Príncipe, tras negarla como Heredera, y ella se enamoraron, un romance que escandalizó a los restos de las descompuestas monarquías europeas. Se casaron en el París decadente y medio abandonado ya por la Revolución, convertida en República, cuyos dirigentes estaban más esmerados en intentar levantar el país que en decapitar aristócratas. Se celebró una boda fastuosa, a la que asistieron los nuevos ricos a falta de asistentes de las familias reales, que boicotearon la boda negándose a asistir. De hecho, tres bodas se celebraron: en París, en Metrópolis y en la Ciudad Playmobil. La pareja vivió feliz y desahogadamente hasta que apareció en la vida de Madeleine un periodista, llamado Peter Parker, que hizo tambalearse el matrimonio. Ella, dividida entre un inevitable enamoramiento y su sentido de la fidelidad, se vio obligada a pedir el divorcio para evitar que se manchase en exceso la imagen del Príncipe. Tras un tiempo breve, Madeleine confesó a Enrique que seguía enamorada de él, pero que necesitaba un tiempo sola para reflexionar. Madeleine planeó un viaje para aislarse, volver al trabajo, a su vida anterior y recomponerse, pero un accidente de coche truncó sus planes y acabó con su vida. La prensa sensacionalista se puso las botas y atribuyó su muerte a la famosa maldición de los juguetes para niñas. Enrique se instaló en una finca a las afueras de Metrópolis, pues París ya había sido definitivamente abandonada, viviendo en el anonimato hasta que su madre le concertó un matrimonio con una princesa europea. Sin embargo, Enrique murió en circunstancias misteriosas antes de la boda.
No se sabe con certeza aún si la muerte de Enrique es atribuible a la ya mencionada maldición, pues está fuera del plazo de siete años de la misma. Se cree que los siete años no es el plazo para que la maldición haga efecto, sino el tiempo durante el cual maldice a todo juguete para niñas que pisara la Habitación. Es decir, puede tardar mucho en actuar. Otras fuentes sugieren que esta demora se debe a que el Príncipe, a pesar de ser un muñeco para niñas, era un muñeco y no una muñeca, lo que pudo hacer que la maldición no se manifestase en toda su intensidad.
De la misma manera que sólo fue relevante durante un tiempo en mi habitación, el Príncipe Enrique cobra poco protagonismo en La Princesa y Yo. Como ya se ha dicho en anteriores entradas, el Príncipe Enrique es el segundo hijo de la Emperatriz Reyna, y según la antigua ley del Reino de París, el Heredero por nacimiento. Pero la Emperatriz modificó la ley para que pudiese reinar su primogénita, Barbie. Reyna siempre dijo que era para mantener el poder de las muñecas, pero las habladurías rumoreaban sobre la posible falta de un hervor en el Príncipe (al estilo Infanta Elena). Enrique, al igual que Barbie, acompañó a su madre a San Francisco. Volvió a París varios años después, pues un grupo de antiguos cortesanos, entre ellos Epi Cosquillas, defendía los derechos al trono de una muñeca a la que presentaron como la desaparecida Princesa Barbie. Al haberse perdido los zapatos que legitimarían a esa muñeca como Heredera, la Emperatriz envió a Enrique a comprobar la identidad de la muñeca, que resultó ser finalmente una impostora instruida por el grupo de estafadores. Madeleine era una muñeca imitación Barbie, actriz de profesión, que había aceptado el encargo a cambio de una buena vida. La buena vida le llegó cuando el Príncipe, tras negarla como Heredera, y ella se enamoraron, un romance que escandalizó a los restos de las descompuestas monarquías europeas. Se casaron en el París decadente y medio abandonado ya por la Revolución, convertida en República, cuyos dirigentes estaban más esmerados en intentar levantar el país que en decapitar aristócratas. Se celebró una boda fastuosa, a la que asistieron los nuevos ricos a falta de asistentes de las familias reales, que boicotearon la boda negándose a asistir. De hecho, tres bodas se celebraron: en París, en Metrópolis y en la Ciudad Playmobil. La pareja vivió feliz y desahogadamente hasta que apareció en la vida de Madeleine un periodista, llamado Peter Parker, que hizo tambalearse el matrimonio. Ella, dividida entre un inevitable enamoramiento y su sentido de la fidelidad, se vio obligada a pedir el divorcio para evitar que se manchase en exceso la imagen del Príncipe. Tras un tiempo breve, Madeleine confesó a Enrique que seguía enamorada de él, pero que necesitaba un tiempo sola para reflexionar. Madeleine planeó un viaje para aislarse, volver al trabajo, a su vida anterior y recomponerse, pero un accidente de coche truncó sus planes y acabó con su vida. La prensa sensacionalista se puso las botas y atribuyó su muerte a la famosa maldición de los juguetes para niñas. Enrique se instaló en una finca a las afueras de Metrópolis, pues París ya había sido definitivamente abandonada, viviendo en el anonimato hasta que su madre le concertó un matrimonio con una princesa europea. Sin embargo, Enrique murió en circunstancias misteriosas antes de la boda.
No se sabe con certeza aún si la muerte de Enrique es atribuible a la ya mencionada maldición, pues está fuera del plazo de siete años de la misma. Se cree que los siete años no es el plazo para que la maldición haga efecto, sino el tiempo durante el cual maldice a todo juguete para niñas que pisara la Habitación. Es decir, puede tardar mucho en actuar. Otras fuentes sugieren que esta demora se debe a que el Príncipe, a pesar de ser un muñeco para niñas, era un muñeco y no una muñeca, lo que pudo hacer que la maldición no se manifestase en toda su intensidad.
lunes, 9 de julio de 2012
La Princesa Barbie
Os presento a Barbie, mi primera muñeca de esta marca. El modelo de muñeca es la Barbie Pretty 'n' Plaid, una línea de muñecas básicas de finales de los 90. Mi padre me la compró más o menos por mi cumpleaños, en otoño de 1999, tras mucho insistir yo en que quería una muñeca Barbie. Confieso que yo al principio quería una Twirlin' Make Up, pero no puse pegas a esta. Me parecía ideal. ¿Por qué?¡Pues porque era una Barbie sin profesión ni atributos, una muñeca cuya vida decidiría yo y no su caja! La primera profesión de esta Barbie, y la que mantuvo hasta el final, fue la de aventurera. Pero luego sucumbí durante una temporada al rollo Disney...y empezó a ser princesa. Pero una princesa muy rara, he de decir, muy al estilo Cenicienta, Bella o Anastasia, es decir, muy humilde. ¿Por qué empezó a ser princesa? Muy fácil: su madre también lo era.
Sin embargo, este deseo no es respetado por el Rey, el Sr. Tres Cuernos, que prohíbe la entrada a todo aquel que no aparezca en las listas de nobles y aristócratas invitados. Esa misma noche, durante la Coronación en el Grand Palais, un intruso irrumpe en la celebración y lanza una maldición sobre la Monarquía y todos los juguetes para niñas en especial. Unas noches después, Barbie y las Tres Mellizas son sacadas de la casita por Action Man, que las conduce al puerto, huyendo de una muchedumbre enfurecida, para que embarquen hacia un forzoso exilio. Es la noche de la Revolución.
Justo antes de embarcar, Barbie tropieza y pierde un zapato. Action Man corre a recuperarlo, pero es reducido y no consigue embarcar junto a Barbie y las Mellizas. De esta forma se pierde la pista de uno de los dos zapatos dinásticos.
Barbie se exilia en San Francisco, junto a su madre. Las malas lenguas dicen que la Princesa ha perdido la cabeza y que está loca y desmejorada. En cualquier caso, Barbie decide volver a París, donde piden a gritos su cabeza, a rescatar a Action Man. Sin embargo, nunca llegó. La versión más creíble, aportada por operadores de radio con los que la princesa se comunicaba en ese momento, dice que su helicóptero se estrelló en las montañas, pero nunca se encontró ni cadáver ni resto alguno del accidente. Por tanto, la Princesa está desaparecida pero no oficialmente muerta, lo que ocasiona rumores sobre su posible supervivencia.
En los años sucesivos, son muchas las muñecas que se intentan hacer pasar por la Princesa Barbie, aprovechando que se ha perdido la pista de los dos zapatos y que por tanto estos no pueden desmentirlas. Aunque algunas de estas impostoras logran bastante credibilidad, ninguna llega a ser reconocida como la Princesa. De todas ellas, la que más destaca es la actriz Madelaine, pero esa es otra historia.
Como veis, tiene unos zapatos verdes básicos, los llamados pumps, así como anillo y pendientes a juego. Aún conservaba la ropa de Reyna, por lo que decidí imaginar que Barbie era su hija. Si Reyna era una princesa, ¿no debería serlo también Barbie? Como me gustaba mucho Cenicienta, ya jugaba yo a que el zapato de Barbie fuera su distintivo.
Conservé a Barbie durante un año entero. Deshice su coleta y se quedó para siempre con el pelo suelto. Barbie se mudó a mi Casita de las Tres Mellizas y acudía por las noches a fiestas, vestida con trajes hechos con servilletas de papel. Y por supuesto, cuando jugaba con ella, Barbie era una aventurera, inspirada en el personaje femenino de Cocodrilos al rescate. En el puente de la Constitución del año 2000, Barbie se me rompió, concretamente por la articulación del cuello. Quizás habría sido posible repararla, llevándola al Sanatorio de Muñecos (hoy sé que no quieren reparar muñecas Barbie). Pero no dije nada y la deposité en un cajón de juguetes en la cochera de mi abuela...y no sé qué fue de ella. Sí conservé su ropa, extrañamente guardada en otra cajita. Pero ante la falta de una muñeca a la que le quedase bien, especialmente los zapatos (los zapatos, ojo al dato) se lo regalé todo a una amiga. ¿Fin de Barbie?
Si hay algo muy importante que decir sobre La Princesa y Yo es que es la novelización de las aventuras que vivían mis juguetes al jugar yo con ellos. De esta forma, el cuento es una especia de explicación mitológica de por qué hay unos u otros juguetes en mi habitación, por qué llegan y por qué desaparecen.El prólogo se centra en la coronación de Barbie como Princesa (o Emperatriz), puesto que es hija de la Emperatriz Reyna. Barbie vive en una casita en Genevia, la ciudad portuaria al lado de París, con sus hermanas Las Tres Mellizas. Trabaja como periodista, recorriendo el país junto a su cámara Action Man, con quien mantiene una extraña relación. Un día, el Primer Ministro la identifica como Princesa al reconocer sus zapatos verdes. Barbie, que se había mantenido en el anonimato para conocer a su pueblo a la perfección antes de acceder al trono, acepta medio a regañadientes convertirse en Princesa, pero insiste en que, como Princesa del pueblo que pretende ser, todo el mundo ha de tener derecho a acudir a su Coronación.
Justo antes de embarcar, Barbie tropieza y pierde un zapato. Action Man corre a recuperarlo, pero es reducido y no consigue embarcar junto a Barbie y las Mellizas. De esta forma se pierde la pista de uno de los dos zapatos dinásticos.
Barbie se exilia en San Francisco, junto a su madre. Las malas lenguas dicen que la Princesa ha perdido la cabeza y que está loca y desmejorada. En cualquier caso, Barbie decide volver a París, donde piden a gritos su cabeza, a rescatar a Action Man. Sin embargo, nunca llegó. La versión más creíble, aportada por operadores de radio con los que la princesa se comunicaba en ese momento, dice que su helicóptero se estrelló en las montañas, pero nunca se encontró ni cadáver ni resto alguno del accidente. Por tanto, la Princesa está desaparecida pero no oficialmente muerta, lo que ocasiona rumores sobre su posible supervivencia.
En los años sucesivos, son muchas las muñecas que se intentan hacer pasar por la Princesa Barbie, aprovechando que se ha perdido la pista de los dos zapatos y que por tanto estos no pueden desmentirlas. Aunque algunas de estas impostoras logran bastante credibilidad, ninguna llega a ser reconocida como la Princesa. De todas ellas, la que más destaca es la actriz Madelaine, pero esa es otra historia.
domingo, 8 de julio de 2012
La Emperatriz Reyna
La muñeca de Reyna me la compraron en la feria en la primavera de 1999. Era una muñeca con el pelo moreno y un vestido largo de color verde manzana, algo entre la corte de Versalles y los vestidos de Lo que el viento se llevó. Los zapatos eran verdes, con hebilla. La muñeca en sí desapareció antes de ese mismo otoño, pero conservé su ropa. Cuando me regalaron a Barbie, ya tenía bien claro que iba a ser la hija de mi desaparecida muñeca.
Y es de esta máxima de la que he partido para La Princesa y Yo. No me voy a explayar mucho con la obra política de Reyna, que ya conocéis por la reseña de La Familia Real. Su personaje está inspirado entre la Reina Clarisse de Princesa por sorpresa y la Emperatriz Viuda de Anastasia. Es una mujer con un fuerte sentido del deber y gran astucia política. Tras unificar el Antiguo Imperio, Reyna, de tendencias liberales pero formas conservadoras, intentó un mayor acercamiento al Sr. Tres Cuernos para asegurar su poder y los intereses de su pueblo. Sin embargo, una serie de desavenencias personales la llevaron a tomar la decisión de exiliarse a San Francisco. Por aquel entonces ya tenía a sus dos hijos, Barbie y Enrique, instruidos para reinar, pero eligió a Barbie como heredera, para remarcar el carácter femenino de su dinastía. Para ello, ordenó fabricar los Zapatos dinásticos, una mezcla entre el zapato de Cenicienta y Excalibur, que sólo puede calzarse la legítima heredera al trono de París. Tras la desaparición y supuesta muerte de su hija Barbie, Reyna sólo volvió a Europa, a Londres, para solucionar ciertos asuntos familiares que no llegaron a trascender. Embarcó en el Titanic de vuelta a América, y sobrevivió a duras penas. A su vuelta a San Francisco, sólo su hijo Enrique sobrevivía de su familia. Éste, aunque desposeído de todo derecho dinástico, consiguió moverse en el París post-revolucionario sin grandes problemas, instalándose en los territorios del Antiguo Imperio hasta que la desgracia volvió a sacudir a la Familia y murió. Reyna, la única superviviente de su linaje, sigue viviendo actualmente en San Francisco. Hubo una época en la que creyó que recuperaría a su hija Barbie, pero tras varios desengaños con multitud de impostoras, aceptó que su hija estaba muerta y no mantiene lazos ni vínculos de ningún tipo con el actual Rey, Epi Cosquillas.
La foto que os dejo es orientativa del personaje y no del juguete. Se trata de la Barbie Fabergé de la Emperatriz Rusa María (la abuela de Anastasia, para que nos entendamos). He elegido esta muñeca por el atuendo, por la semejanza entre ambos personajes y por cierto parecido físico entre las muñecas. Consideradlo el retrato de la Emperatriz que cuelga de las paredes del Grand Palais.
Y es de esta máxima de la que he partido para La Princesa y Yo. No me voy a explayar mucho con la obra política de Reyna, que ya conocéis por la reseña de La Familia Real. Su personaje está inspirado entre la Reina Clarisse de Princesa por sorpresa y la Emperatriz Viuda de Anastasia. Es una mujer con un fuerte sentido del deber y gran astucia política. Tras unificar el Antiguo Imperio, Reyna, de tendencias liberales pero formas conservadoras, intentó un mayor acercamiento al Sr. Tres Cuernos para asegurar su poder y los intereses de su pueblo. Sin embargo, una serie de desavenencias personales la llevaron a tomar la decisión de exiliarse a San Francisco. Por aquel entonces ya tenía a sus dos hijos, Barbie y Enrique, instruidos para reinar, pero eligió a Barbie como heredera, para remarcar el carácter femenino de su dinastía. Para ello, ordenó fabricar los Zapatos dinásticos, una mezcla entre el zapato de Cenicienta y Excalibur, que sólo puede calzarse la legítima heredera al trono de París. Tras la desaparición y supuesta muerte de su hija Barbie, Reyna sólo volvió a Europa, a Londres, para solucionar ciertos asuntos familiares que no llegaron a trascender. Embarcó en el Titanic de vuelta a América, y sobrevivió a duras penas. A su vuelta a San Francisco, sólo su hijo Enrique sobrevivía de su familia. Éste, aunque desposeído de todo derecho dinástico, consiguió moverse en el París post-revolucionario sin grandes problemas, instalándose en los territorios del Antiguo Imperio hasta que la desgracia volvió a sacudir a la Familia y murió. Reyna, la única superviviente de su linaje, sigue viviendo actualmente en San Francisco. Hubo una época en la que creyó que recuperaría a su hija Barbie, pero tras varios desengaños con multitud de impostoras, aceptó que su hija estaba muerta y no mantiene lazos ni vínculos de ningún tipo con el actual Rey, Epi Cosquillas.
La foto que os dejo es orientativa del personaje y no del juguete. Se trata de la Barbie Fabergé de la Emperatriz Rusa María (la abuela de Anastasia, para que nos entendamos). He elegido esta muñeca por el atuendo, por la semejanza entre ambos personajes y por cierto parecido físico entre las muñecas. Consideradlo el retrato de la Emperatriz que cuelga de las paredes del Grand Palais.
El Sr. Tres Cuernos
El Sr. Tres Cuernos era un enorme triceratops de peluche, verde oscuro con las almohadillas de las patas rosas, que me regalaron cuando nací. Adoraba mi dinosaurio de peluche. Por lo que me han contado, me lo regaló una de mis tías. Y luego se lo regalamos a mi primo cuando nació, para cerrar el ciclo. Lamento decir que no sé qué ha sido de mi peluche. Con un poco de suerte esté guardado.
En el cuento, como ya habéis leído en las anteriores entradas, el Sr. Tres Cuernos era el Rey del Reino Federado, y más tarde Emperador junto a Reyna, al más puro estilo del monarca absoluto. Lo cierto es que, tras el exilio de Reyna, el Sr. Tres Cuernos no fue aceptado con entusiasmo por el Reino de París, que lo veía como un usurpador del poder de la legítima y querida Emperatriz Reyna. El Sr. Tres Cuernos no fue capaz de gestionar una crisis que desembocó en la Revolución del Cambio de Siglo, tras la cual debió exiliarse. Consciente de que no recuperaría su Imperio, cedió los derechos al trono a su sobrino Epi Cosquillas y murió en China.
En el cuento, como ya habéis leído en las anteriores entradas, el Sr. Tres Cuernos era el Rey del Reino Federado, y más tarde Emperador junto a Reyna, al más puro estilo del monarca absoluto. Lo cierto es que, tras el exilio de Reyna, el Sr. Tres Cuernos no fue aceptado con entusiasmo por el Reino de París, que lo veía como un usurpador del poder de la legítima y querida Emperatriz Reyna. El Sr. Tres Cuernos no fue capaz de gestionar una crisis que desembocó en la Revolución del Cambio de Siglo, tras la cual debió exiliarse. Consciente de que no recuperaría su Imperio, cedió los derechos al trono a su sobrino Epi Cosquillas y murió en China.
Epi Cosquillas
En La Princesa y Yo, Epi es el Rey actual de la Real República Monárquica. Accede al trono democráticamente (si bien era el Heredero designado por el Sr. Tres Cuernos) tras la crisis política desencadenada cinco años después de la Revolución, en la que la Habitación ha perdido la fe en la república y se tambalea hacia un conflicto de dimensiones mayores. Epi aprovecha este momento para regresar del exilio y ofrecerse como alternativa con la división República-Monarquía, pues el pueblo tampoco desea volver al antiguo sistema. Epi, al haber sido siempre un personaje querido, recibe el apoyo suficiente para poder acceder al trono de forma legítima, tanto por herencia como por decisión popular. Sin embargo, Epi sólo es el Heredero del Sr. Tres Cuernos, por lo que el trono de la Nación no está completo; falta la Heredera al trono de París.
En la historia, Epi intenta llevar la cuestión de la Monarquía lo más sabiamente posible, pues no son pocos los advenedizos que intentan sacar provecho del vacío que hay en uno de los tronos (el mismo Epi se vio involucrado en un escándalo cuando intentó ganarse el favor de la Emperatriz Reyna haciendo pasar a una impostora por la princesa Barbie).
lunes, 18 de junio de 2012
El Sr. Pingüino
El Sr. Pingüino es un pingüino de peluche que compré en Faunia, también en 2008. Creo que es uno de los peluches más populares entre mis amigos (¿a quién no le gustan estos animales?). Al Sr. Pingüino le he hecho una barbaridad de perrerías a lo largo de estos años que telita. Le he puesto cascos, lo he armado para la guerra, le he puesto collares, lo he tumbado para que se deslizase como los pingüinos en el hielo, le he puesto collares de hawaiiano...
En La Princesa y yo, el Sr. Pingüino es el Visir Real y Ministro de Defensa, así como Tesorero Real. Es un personaje discreto, que nunca se sale de su sitio. La verdad, aunque siempre está ahí, no llega a gozar de especial protagonismo hasta casi el final de la historia. Os dejo una de sus mejores fotos.
Aquella tarde se me ocurrió que sería curioso ponerle unos cascos a un peluche. Fue divertido.
En La Princesa y yo, el Sr. Pingüino es el Visir Real y Ministro de Defensa, así como Tesorero Real. Es un personaje discreto, que nunca se sale de su sitio. La verdad, aunque siempre está ahí, no llega a gozar de especial protagonismo hasta casi el final de la historia. Os dejo una de sus mejores fotos.
Newton
Newton es esta adorable ardilla de peluche, que compré en un campamento en Isla de Wight, en Inglaterra, en 2008. El nombre de Newton se lo puse ante la necesidad de nombrarle de otra forma que no fuese Ardilla, porque pensaba en los perros de Up!, y al estudiar Física a principio de curso, se me ocurrió que Newton es un buen nombre para un peluche. Creo que en la elección del nombre influyeron los perros de Doc Brown en Regreso al futuro.
En la historia que se desarrolla ente mis juguetes, la Señora Newton pertenece a la Casa Real en calidad de Jefa de Protocolo. Es decir, se encarga de que todos los actos oficiales luzcan bien, de los trajes del rey, el menú, la música, la disposición de los invitados... Todo ese rollo. Es un personaje amable y entrañable, basado en la Sra. Pott, que siempre estás dispuesta a echar una mano en lo que haga falta y aportar su sensato consejo.
Aquí tenéis la foto.
Así que este es el primer personaje que conocéis de la historia. En la próxima entrada: el Sr. Pingüino.
En la historia que se desarrolla ente mis juguetes, la Señora Newton pertenece a la Casa Real en calidad de Jefa de Protocolo. Es decir, se encarga de que todos los actos oficiales luzcan bien, de los trajes del rey, el menú, la música, la disposición de los invitados... Todo ese rollo. Es un personaje amable y entrañable, basado en la Sra. Pott, que siempre estás dispuesta a echar una mano en lo que haga falta y aportar su sensato consejo.
Aquí tenéis la foto.
Así que este es el primer personaje que conocéis de la historia. En la próxima entrada: el Sr. Pingüino.
viernes, 15 de junio de 2012
La Familia Real
Esto de Familia Real es un decir, porque no es lo mismo que entendemos nosotros por Familia Real (Rey, Reine, Príncipe, Princesa, etc). La Familia Real de la Real República Monárquica de Mi Habitación es una institución con competencias propias; a diferencia de las monarquías parlamentarias, en una República Monárquica el Parlamento y la Realeza cumplen funciones políticas distintas. Esto quiere decir que el Rey de la República tiene mucho más poder político que nuestro Rey Juan Carlos I. La Casa Real acapara la Jefatura del Estado, el poder militar y posee capacidad de iniciativa en las Cortes, así como ciertos fueros que permiten legislar puntos concretos de la legislación ordinaria. También posee un cierto derecho de veto.
La Casa Real es una institución establecida desde la formación del país, unificado en los años 90 y cuyas fronteras han sido ligeramente ampliadas en los últimos años. La Casa Real tiene dos vertientes, independientes a su vez entre sí, y representadas ambas por los Emperadores, que no son marido y mujer, sino cada uno representante de su rama. Actualmente una de estas dos ramas está extinguida, pero una heredera al trono podría revivirla.
La Familia Real del Reino de París estaba a su vez dividida en dos dinastías: la dinastía del Cisne, cuyo heredero era el Rey Derek de París, y la dinastía Pelandrushka, cuya heredera era la Reina Reyna de Gènevia. Ambos reinos se unificaron con el matrimonio real, y de esa unión nacieron los Príncipes Enrique y Barbie. A la muerte del Rey Derek, Doña Reyna se hizo cargo del Reino entero, un pequeño pero próspero país que se veía amenazado por las potencias vecinas, especialmente por el poder económico de la capital, París. En una maniobra increíble por defender los intereses de su pueblo, Reyna firmó una alianza-fusión con el Reino vecino, un reino en expansión, para protegerse. De esta unificación surgió lo que hoy se conoce como Antiguo Imperio. Reyna adquirió el rango de Emperatriz o Princesa, y su línea dinástica no se vería afectada por la del Reino Federado al que se había unido. Decidió que en la línea hereditaria de su dinastía prevalecería la mujer, y para ello inventó un sistema de reconocimiento de la legítima heredera: un zapato de color verde, básico, que sólo podría calzar la Heredera. Tras unas desavenencias con el Sr. Tres Cuernos, Rey del Reino Federado, Reyna se exilió y cedió los derechos a su hija Barbie. La Princesa Barbie, una muñeca inteligente, decidió ocultar por un tiempo su condición de Heredera a la vuelta del exilio al que había acompañado a su madre, y dedicó ese tiempo, como periodista, a recorrer el Imperio y observar al pueblo de cerca. Una revolución que estalló al día siguiente de su coronación como Emperatriz la llevó a un exilio forzoso y precipitado y murió poco después en extrañas circunstancias. Su hermano, el Príncipe Enrique, no pudo optar al trono de su familia al ser varón. De esta forma se extinguía tan noble linaje. Procedo a explicar ahora los títulos nobiliarios de esta Familia, que quedaron sumidos en el caos nominal tras la unificación. La Princesa, Gran Princesa o Emperatriz detenta la cojefatura de Estado, teniendo el equivalente al antiguo título de Reina. La Princesa Heredera, Gran Duquesa o simplemente Princesa, es la hija de la Emperatriz y heredará la Corona probando su legitimidad al calzarse con éxito el zapato verde. El Príncipe o Gran Duque es un título contemplado para los hijos varones de la Emperatriz. En cuanto a hijas no herederas, se contemplan tanto los títulos de Infantas como de Grandes Duquesas.
La otra Familia Real es la descendiente de la Casa Real del Reino Federado, un Reino compuesto por la unión de pequeños reinos (reino de Lego, de Playmobil, etc), cuyo Rey era el Sr. Tres Cuernos. En esta Casa, no hay un criterio de parentesco tan tradicional como el de la Familia de París, sino que, a pesar de estar vinculados sanguíneamente entre sí, no son familiares directos. Mientras que la Casa Real de París está compuesta por muñecos y muñecas Barbie, la Familia Real Federada la componen peluches. Los títulos nobiliarios son designados por el Rey, que puede nombrar hasta tres Grandes Duques y luego toda una serie de títulos inferiores. Al unificarse, este barullo de títulos apenas se vio alterado. El Rey también es Emperador y posee el mismo poder que la Emperatriz o Gran Princesa. Tras la revolución del cambio de siglo, el Sr. Tres Cuernos abdicó en su sobrino Epi Cosquillas, el Gran Duque. Actualmente, Epi Cosquillas es el Rey de la República y se rodea de una Casa Real con cierto tinte tradicional pero menos rancia que la de su tío, con funciones ahora limitadas por el Parlamento. Conoceremos a los miembros de la Casa Real en breve.
La Casa Real es una institución establecida desde la formación del país, unificado en los años 90 y cuyas fronteras han sido ligeramente ampliadas en los últimos años. La Casa Real tiene dos vertientes, independientes a su vez entre sí, y representadas ambas por los Emperadores, que no son marido y mujer, sino cada uno representante de su rama. Actualmente una de estas dos ramas está extinguida, pero una heredera al trono podría revivirla.
La Familia Real del Reino de París estaba a su vez dividida en dos dinastías: la dinastía del Cisne, cuyo heredero era el Rey Derek de París, y la dinastía Pelandrushka, cuya heredera era la Reina Reyna de Gènevia. Ambos reinos se unificaron con el matrimonio real, y de esa unión nacieron los Príncipes Enrique y Barbie. A la muerte del Rey Derek, Doña Reyna se hizo cargo del Reino entero, un pequeño pero próspero país que se veía amenazado por las potencias vecinas, especialmente por el poder económico de la capital, París. En una maniobra increíble por defender los intereses de su pueblo, Reyna firmó una alianza-fusión con el Reino vecino, un reino en expansión, para protegerse. De esta unificación surgió lo que hoy se conoce como Antiguo Imperio. Reyna adquirió el rango de Emperatriz o Princesa, y su línea dinástica no se vería afectada por la del Reino Federado al que se había unido. Decidió que en la línea hereditaria de su dinastía prevalecería la mujer, y para ello inventó un sistema de reconocimiento de la legítima heredera: un zapato de color verde, básico, que sólo podría calzar la Heredera. Tras unas desavenencias con el Sr. Tres Cuernos, Rey del Reino Federado, Reyna se exilió y cedió los derechos a su hija Barbie. La Princesa Barbie, una muñeca inteligente, decidió ocultar por un tiempo su condición de Heredera a la vuelta del exilio al que había acompañado a su madre, y dedicó ese tiempo, como periodista, a recorrer el Imperio y observar al pueblo de cerca. Una revolución que estalló al día siguiente de su coronación como Emperatriz la llevó a un exilio forzoso y precipitado y murió poco después en extrañas circunstancias. Su hermano, el Príncipe Enrique, no pudo optar al trono de su familia al ser varón. De esta forma se extinguía tan noble linaje. Procedo a explicar ahora los títulos nobiliarios de esta Familia, que quedaron sumidos en el caos nominal tras la unificación. La Princesa, Gran Princesa o Emperatriz detenta la cojefatura de Estado, teniendo el equivalente al antiguo título de Reina. La Princesa Heredera, Gran Duquesa o simplemente Princesa, es la hija de la Emperatriz y heredará la Corona probando su legitimidad al calzarse con éxito el zapato verde. El Príncipe o Gran Duque es un título contemplado para los hijos varones de la Emperatriz. En cuanto a hijas no herederas, se contemplan tanto los títulos de Infantas como de Grandes Duquesas.
La otra Familia Real es la descendiente de la Casa Real del Reino Federado, un Reino compuesto por la unión de pequeños reinos (reino de Lego, de Playmobil, etc), cuyo Rey era el Sr. Tres Cuernos. En esta Casa, no hay un criterio de parentesco tan tradicional como el de la Familia de París, sino que, a pesar de estar vinculados sanguíneamente entre sí, no son familiares directos. Mientras que la Casa Real de París está compuesta por muñecos y muñecas Barbie, la Familia Real Federada la componen peluches. Los títulos nobiliarios son designados por el Rey, que puede nombrar hasta tres Grandes Duques y luego toda una serie de títulos inferiores. Al unificarse, este barullo de títulos apenas se vio alterado. El Rey también es Emperador y posee el mismo poder que la Emperatriz o Gran Princesa. Tras la revolución del cambio de siglo, el Sr. Tres Cuernos abdicó en su sobrino Epi Cosquillas, el Gran Duque. Actualmente, Epi Cosquillas es el Rey de la República y se rodea de una Casa Real con cierto tinte tradicional pero menos rancia que la de su tío, con funciones ahora limitadas por el Parlamento. Conoceremos a los miembros de la Casa Real en breve.
lunes, 4 de junio de 2012
Hola, hola :D
Bienvenidos, bienvenidos, bienvenidos. Este es mi nuevo blog. Ya tenía otro, pero lo tengo medio abandonado y tengo la manía de verter de todo en él. En este nuevo blog quiero mostrar una pequeña vena artística mía que hasta ahora sólo conocen mis primas pequeñas y mis amigos de tuenti: la costura.
Pero este blog no se va a dedicar solamente a eso. Este blog estará dedicado principalmente a mis juguetes, a todos, pero especialmente a la casa de la marca Barbie, ya que son los principales y únicos beneficiaros de mis destrezas de sastre. Poco a poco, iré presentando a mis juguetes en pequeñas entradas uno a uno. Espero que le cojáis cariño a todos.
Con los juguetes que viven actualmente en mi habitación estoy escribiendo un cuento, una historia que mezcla las líneas argumentales de las películas de mi infancia (principalmente Anastasia y Hércules con pegotes de Titanic, La Bella y la Bestia, Aladdín, Cenicienta, etc) y cuyos personajes son tanto los juguetes que conservo como los que he tenido. Dicha historia se ambienta en un pequeño país llamado La Real República Monárquica de la Habitación. Os presentaré a sus personajes y de vez en cuando algunos episodios de la historia, tal vez en forma de artículo periodístico.
Esto es odo por el momento, señores. ¡Disfruten!
Bienvenidos, bienvenidos, bienvenidos. Este es mi nuevo blog. Ya tenía otro, pero lo tengo medio abandonado y tengo la manía de verter de todo en él. En este nuevo blog quiero mostrar una pequeña vena artística mía que hasta ahora sólo conocen mis primas pequeñas y mis amigos de tuenti: la costura.
Pero este blog no se va a dedicar solamente a eso. Este blog estará dedicado principalmente a mis juguetes, a todos, pero especialmente a la casa de la marca Barbie, ya que son los principales y únicos beneficiaros de mis destrezas de sastre. Poco a poco, iré presentando a mis juguetes en pequeñas entradas uno a uno. Espero que le cojáis cariño a todos.
Con los juguetes que viven actualmente en mi habitación estoy escribiendo un cuento, una historia que mezcla las líneas argumentales de las películas de mi infancia (principalmente Anastasia y Hércules con pegotes de Titanic, La Bella y la Bestia, Aladdín, Cenicienta, etc) y cuyos personajes son tanto los juguetes que conservo como los que he tenido. Dicha historia se ambienta en un pequeño país llamado La Real República Monárquica de la Habitación. Os presentaré a sus personajes y de vez en cuando algunos episodios de la historia, tal vez en forma de artículo periodístico.
Esto es odo por el momento, señores. ¡Disfruten!
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