domingo, 15 de julio de 2012

Exilio

Ya he terminado de presentar a la Familia Real y a dos juguetes que fueron muy relevantes antes de la Revolución (aunque aún hay juguetes de antes de la Revolución que deben ser presentados). Os dejo un extracto del prólogo de La Princesa y Yo, que se titula (el prólogo) La Maldición de los Juguetes.



Unos golpes la despertaron en medio de la noche.
-¡Barbie, abre la puerta!
Barbie se levantó torpemente.
-¿Quién es?
-Soy Action Man. Abre la puerta te digo.
Barbie abrió la puerta de la casita.
-¿Qué quieres a estas horas?- preguntó, dejándole pasar.
-¿Estás vestida? Veo que sí. Despierta a las niñas, hay que irse.
-Action Man, explícame qué pasa.
-No hay tiempo, tenemos que irnos.
-No me moveré hasta que no me des una explicación.
Action Man gruñó.
-Muy bien. Barbie, los ciudadanos se ha rebelado.
-¿Qué?
-La maldición se está cumpliendo. Han asaltado el Palacio Real en busca del Rey y la Princesa. Al parecer, alguien les ha dicho que se está gastando el dinero del Imperio en lujos, bailes, vestidos... Ya sabes, como si no os importase lo que le pase al pueblo.
-¿Qué ha pasado con los miembros de la corte?¿Y el Rey?
-El Sr. Tres Cuernos ha huido a tiempo por una salida secreta. No sé nada del resto. Te buscan a ti, y en cuanto recuerden que no vives en el Palacio, vendrán hacia acá.
-¿A dónde huiremos?
-El buque está en el puerto listo para zarpar. Tenemos que irnos ya. Esta casa está justo en la otra punta de Génevia.
-Mejor que vivir en el centro de París... Voy a despertar a las niñas.
Barbie subió las escaleras y sacó a las mellizas de sus camas.
-¡Niñas!¡Ana, Teresa, Helena, despertad, hay que irse!
Las niñas bajaron medio dormidas al salón y entre Barbie y Action Man les pusieron los petos.
-Venga, salgamos.
Pero ya era tarde. Una turba furiosa aporreaba la puerta.
-¡Ya están aquí!- exclamó Action Man.
-¿Quiénes?- preguntaron las mellizas.
-¡Por la ventana de la cocina!- exclamó Barbie -No nos verán salir por ahí.
Action Man corrió hacia la ventana que decía Barbie y la abrió.
-¡Rápido!
Barbie cogió a las niñas una a una y se las fue pasando a Action Man, que las sacaba por la ventana.
-Ahora tú, Barbie.
Los golpes eran cada vez más fuertes. ¡Iban a echar la puerta abajo!
Barbie estaba subida en el fregadero, lista para salir por la ventana, cuando recordó algo.
-¡Las joyas de mi madre!
-¡No hay tiempo, Barbie!- Action Man no esperó más y la empujó a salir, siguiéndola rápidamente. Unos instantes después, el tumulto de Playmobil y otros juguetes entró a saco en la Casita y la arrasaron en busca de la Princesa.
Action Man, Barbie y las tres mellizas subían corriendo la ladera que había tras la casita para así atrochar y llegar antes a la zona del puerto. Se encontraron con Mickey, que huía en dirección contraria.
-Mickey, ¿a dónde vas? El puerto está en esa dirección.
-No voy al puerto. También han tomado esa zona y apenas hay forma de llegar hasta el barco. Me han dicho que varios juguetes se van a refugiar en las cuevas. Voy hacia allí.
-Mickey, en la dirección en la que vas te encontrarás con los que nos persiguen- avisó Barbie -Vente con nosotros.
-Gracias, Barbie, pero sabré apañármelas. Buena suerte y hasta siempre.
-Mickey, te echaremos de menos- dijo Ana al borde las las lágrimas. Barbie se dio cuenta de que las niñas ya eran conscientes de lo que estaba pasando.
-Y yo a vosotras, chicas. Pero no lloréis, es posible que algún día volvamos a vernos.
Se abrazaron y luego Mickey siguió su camino.
-Vámonos- apremió Action Man- No hay tiempo que perder.
Cuando llegaron a la zona del puerto, se dieron cuenta de que Mickey tenía razón: allí ya no se podía pasar desapercibido.
-¿Qué haremos ahora?- preguntó Barbie.
-Ya sé- dijo Teresa -¿No está por aquí el almacén de telas y servilletas? Podemos hacernos unas capas con ellas para pasar inadvertidos.
-No funcionará- replicó Action Man -no todo el mundo puede permitirse servilletas. Además, son una característica de la princesa.
-Si cogemos las blancas, que son las más baratas, no se darán cuenta.
Entraron en el almacén, que ya había sido abandonado. Las niñas se ocultaron con papel de cocina blanco, pero Barbie tuvo una idea mejor: ella y Action Man se hicieron las capas con unos sacos de carbón de Reyes. Salieron a la calle y echaron a andar hacia el puerto. La enormes chimeneas humeantes del barco ya podían divisarse. Barbie estaba muy nerviosa; la capa le quedaba corta y la gente no hacía más que mirar sus pies, calzados con los zapatos verdes de la Realeza. Al doblar una esquina, se encontraron en la calle que llevaba hasta el buque.. Los guardias tenían un poco controlada la zona para que algunos pasajeros pudieran subir a bordo. Echaron a correr hacia el barco, pero helena tropezó y cayó al suelo. barbie se giró rápidamente para ayudarla a levantarse y entonces se le cayó la capa.
-¡Es la Princesa!¡Cogedla!
Barbie tiró de Helena y echaron a correr.
-¡No paréis, corred!
Action Man se quitó la capa para correr más rápido y entre él y Barbie se las quitaron a las mellizas con el mismo propósito. Barbie tropezó, pero se recuperó y corrió hasta que todos estuvieron en la pasarela del barco, que se puso en movimiento. Barbie se miró los pies. ¡Había perdido un zapato!
-Tengo que ir por él.
-No, Barbie, no hay tiempo.
-¡Es el zapato de mi madre!
-Iré yo- accedió Action Man.
Saltó de la pasarela y corrió hasta donde se encontraba el zapato y lo cogió con una mano. pero ya no pudo volver. La multitud la tomó con él y lo rodeó.
-¡Action Man, no!- gritaba Barbie -¡Paren las máquinas!¡Hay un muñeco en tierra!
Pero nadie la escuchaba ya.
-¡Barbie!- gritó Action Man, rodeado y atacado por todas partes -Nos volveremos a ver, te lo prometo.
Barbie intentó saltar para ayudar a Action Man, pero los guardias se lo impidieron.
-¡Soltadme, soltadme!¡Action Man!
-¡Buena suerte, Barbie!-un golpe en la cabeza tiró a Action Man al suelo y la multitud lo dejó inconsciente. Action Man, sin embargo, no soltó el zapato de Barbie.
-¡Action Man, no!- gritó Barbie, alargando en vano el brazo.
Barbie se retorció, intentó zafarse de los guardis, pero sin éxito. La condujeron al interior del barco con las niñas. En el barco también habían conseguido embarcar el Sr. Tres Cuernos, Epi Cosquillas, Blas y otros juguetes, principalmente peluches, como el Mono Amarillo, los señores Furby, etc.
¿Qué pasó con los juguetes que no consiguieron huir? Nunca se supo. Con el tiempo, los juguetes exiliados también desaparecieron. Al parecer, la maldición era cierta, pues el final de muchos fue completamente desgraciado. tantos sueños rotos, tantas vidas se destruyeron aquella noche... El mundo que se conocía desapareció para siempre y el Imperio nunca volvió a ser el mismo. Tras la revolución, desapareció la Monarquía. Los juguetes para niñas nunca volvieron a ser felices en la habitación. París y sus monumentos cayeron en decadencia y, con el tiempo, la ciudad fue abandonada para siempre y quedó deshabitada. Nunca volvieron a vivirse tiempos tan felices como los que precedieron a la revolución. Y de Barbie y las Tres mellizas... Nunca más volveríamos a saber de ellas. Nunca más.

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