La muñeca de Reyna me la compraron en la feria en la primavera de 1999. Era una muñeca con el pelo moreno y un vestido largo de color verde manzana, algo entre la corte de Versalles y los vestidos de Lo que el viento se llevó. Los zapatos eran verdes, con hebilla. La muñeca en sí desapareció antes de ese mismo otoño, pero conservé su ropa. Cuando me regalaron a Barbie, ya tenía bien claro que iba a ser la hija de mi desaparecida muñeca.
Y es de esta máxima de la que he partido para La Princesa y Yo. No me voy a explayar mucho con la obra política de Reyna, que ya conocéis por la reseña de La Familia Real. Su personaje está inspirado entre la Reina Clarisse de Princesa por sorpresa y la Emperatriz Viuda de Anastasia. Es una mujer con un fuerte sentido del deber y gran astucia política. Tras unificar el Antiguo Imperio, Reyna, de tendencias liberales pero formas conservadoras, intentó un mayor acercamiento al Sr. Tres Cuernos para asegurar su poder y los intereses de su pueblo. Sin embargo, una serie de desavenencias personales la llevaron a tomar la decisión de exiliarse a San Francisco. Por aquel entonces ya tenía a sus dos hijos, Barbie y Enrique, instruidos para reinar, pero eligió a Barbie como heredera, para remarcar el carácter femenino de su dinastía. Para ello, ordenó fabricar los Zapatos dinásticos, una mezcla entre el zapato de Cenicienta y Excalibur, que sólo puede calzarse la legítima heredera al trono de París. Tras la desaparición y supuesta muerte de su hija Barbie, Reyna sólo volvió a Europa, a Londres, para solucionar ciertos asuntos familiares que no llegaron a trascender. Embarcó en el Titanic de vuelta a América, y sobrevivió a duras penas. A su vuelta a San Francisco, sólo su hijo Enrique sobrevivía de su familia. Éste, aunque desposeído de todo derecho dinástico, consiguió moverse en el París post-revolucionario sin grandes problemas, instalándose en los territorios del Antiguo Imperio hasta que la desgracia volvió a sacudir a la Familia y murió. Reyna, la única superviviente de su linaje, sigue viviendo actualmente en San Francisco. Hubo una época en la que creyó que recuperaría a su hija Barbie, pero tras varios desengaños con multitud de impostoras, aceptó que su hija estaba muerta y no mantiene lazos ni vínculos de ningún tipo con el actual Rey, Epi Cosquillas.
La foto que os dejo es orientativa del personaje y no del juguete. Se trata de la Barbie Fabergé de la Emperatriz Rusa María (la abuela de Anastasia, para que nos entendamos). He elegido esta muñeca por el atuendo, por la semejanza entre ambos personajes y por cierto parecido físico entre las muñecas. Consideradlo el retrato de la Emperatriz que cuelga de las paredes del Grand Palais.
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