El Sr. Tres Cuernos era un enorme triceratops de peluche, verde oscuro con las almohadillas de las patas rosas, que me regalaron cuando nací. Adoraba mi dinosaurio de peluche. Por lo que me han contado, me lo regaló una de mis tías. Y luego se lo regalamos a mi primo cuando nació, para cerrar el ciclo. Lamento decir que no sé qué ha sido de mi peluche. Con un poco de suerte esté guardado.
En el cuento, como ya habéis leído en las anteriores entradas, el Sr. Tres Cuernos era el Rey del Reino Federado, y más tarde Emperador junto a Reyna, al más puro estilo del monarca absoluto. Lo cierto es que, tras el exilio de Reyna, el Sr. Tres Cuernos no fue aceptado con entusiasmo por el Reino de París, que lo veía como un usurpador del poder de la legítima y querida Emperatriz Reyna. El Sr. Tres Cuernos no fue capaz de gestionar una crisis que desembocó en la Revolución del Cambio de Siglo, tras la cual debió exiliarse. Consciente de que no recuperaría su Imperio, cedió los derechos al trono a su sobrino Epi Cosquillas y murió en China.
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