Es, de verdad, la mejor foto que he podido encontrar. Parece ser que no hay fotos más decentes que esta. Bueno, de todas formas, todos sabéis qué serie de televisión era Las Tres Mellizas y cómo eran las muñecas de tela (concretamente no son las de esta foto, eran un pelín más grandes y eran las de los noventa, con los zapatos marrones y un uniforme un poco más bonito). Si tenéis alguna duda aún respecto a la apariencia de estas muñecas, recurrid a Google. Si no he cogido fotos de primer plano es porque no salían muy favorecidas.
Vayamos al tema. En 1999 salió a la venta La Casita de Las Tres Mellizas. Previamente yo ya había tenido unas muñecas de goma de esta serie, pero pedí la casita para Reyes. La verdad es que me volvía loco la serie, incluso aún las sigo viendo. El 5 de enero de 2000, los Reyes Magos dejaron en casa de mi abuela, junto con Epi Cosquillas, la Casita. Era la mejor casa de muñecas que podáis imaginar. Las sábanas venían limpias y planchadas, la vajilla se guardaba en la alacena y los cubiertos en el cajón de la mesa azul, y las tazas podían dejarse en el fregadero. Además, las pegatinas te hacían sentir que realmente la casita estaba sacada de la serie. Con el tiempo, mudé a mi muñeca Barbie junto a las mellizas, añadí más pegatinas propias a la casita (un cromo de la escena en la que La Cenicienta pierde el zapato hacía las veces de cuadro y de tele) e incluso pululaban otros juguetes por ella. Pero una mudanza temporal hizo que se empezasen a desperdigar las cosas. Se perdió la muñeca de Teresa, luego los vestidos, finalmente Ana y Helena... La Casita acabó en la cochera de mi abuela, finalmente en la casa del campo y luego mi abuela la tiró, sin permiso, claro, porque podría haberla restaurado para otras muñecas. Afortunadamente, se salvaron las camas, el reloj, alguna silla, parte de la vajilla... No mucho, pero suficiente para dar un toque de nostalgia y homenaje a una casa de muñecas que tengo proyectada.
Ya habéis visto que mis muñecas se perdieron. ¿Cómo se refleja eso en mi cuento? Fueron víctimas de la maldición de la que ya he hablado.
En La Princesa y Yo, la Casita está ubicada a las afueras de París, en la ciudad-puerto de Genevia, en un barrio entre varias cuestas y una colina. En ella viven las Tres Mellizas, junto con Barbie. No tenía pensado revelar toda la historia aquí, porque es algo que no se revela en el cuento hasta bien avanzada la acción, pero me vais a dejar desvelar el secreto. Las Tres Mellizas son las hijas más pequeñas de la Emperatriz Reyna, nacidas de un breve romance de ésta con el Sr. Tres Cuernos al unirse los Reinos. El Sr. Tres Cuernos intentó que las Mellizas fuesen nombradas Herederas, pero Reina, que temía la pérdida de autodeterminación de su pueblo y un futuro difícil para sus hijas, se negó y prefirió exiliarse para protegerlas. Reyna en ningún momento quiso que tuviesen el más mínimo derecho dinástico, aun cuando tuviesen el título de Grandes Duquesas o Infantas. Reyna, aunque no las negó, no quiso hacer público que las Mellizas eran sus hijas, con el fin de protegerlas y presentarlas en sociedad en el momento adecuado. Cuando Barbie estaba en París, trabajando como periodista, Reyna estimó oportuno enviarle a sus hermanas a la ciudad, y para ello compró una casa en su propia ciudad natal, Genevia. Las Mellizas apoyaron a su hermana mayor a la hora de tomar la decisión de aceptar la Corona y huyeron con ella la noche de la Revolución, hacia Londres. Barbie viajó a San Francisco a reunirse con su madre, asegurándole que sus hermanas estaban a salvo bajo el amparo de la reina inglesa, a quien habían debido explicar la situación. Barbie desapareció poco después, se la dio por muerta, y Reyna debió viajar a Londres para reunirse con sus hijas, a las que decidió llevar con ella de nuevo a San Francisco en el buque de lujo Titanic, en su primera travesía.
La tragedia, como imaginaréis, sacudió al barco. Aunque Reyna y las Mellizas consiguieron subir a un bote durante el hundimiento, este volcó debido a la ola que provocó la popa del barco al romperse y chocar contra el agua. Reyna fue subida a otro bote suplicando por sus hijas, que, al ser de tela, se empaparon rápidamente, no pudieron seguir nadando y murieron congeladas. Sus cuerpos fueron rescatados unos días después. Durante mucho tiempo, nadie supo del verdadero origen de las tres mellizas, hasta que Isabel, investigando sobre la maldición, descubre casi todo lo relativo a ella y lo hace público.
Las Mellizas, ya que no figuran en la historia como miembros de la Familia Real hasta que Isabel lo descubre, no van a tener dicha etiqueta.
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