Como veis, tiene unos zapatos verdes básicos, los llamados pumps, así como anillo y pendientes a juego. Aún conservaba la ropa de Reyna, por lo que decidí imaginar que Barbie era su hija. Si Reyna era una princesa, ¿no debería serlo también Barbie? Como me gustaba mucho Cenicienta, ya jugaba yo a que el zapato de Barbie fuera su distintivo.
Conservé a Barbie durante un año entero. Deshice su coleta y se quedó para siempre con el pelo suelto. Barbie se mudó a mi Casita de las Tres Mellizas y acudía por las noches a fiestas, vestida con trajes hechos con servilletas de papel. Y por supuesto, cuando jugaba con ella, Barbie era una aventurera, inspirada en el personaje femenino de Cocodrilos al rescate. En el puente de la Constitución del año 2000, Barbie se me rompió, concretamente por la articulación del cuello. Quizás habría sido posible repararla, llevándola al Sanatorio de Muñecos (hoy sé que no quieren reparar muñecas Barbie). Pero no dije nada y la deposité en un cajón de juguetes en la cochera de mi abuela...y no sé qué fue de ella. Sí conservé su ropa, extrañamente guardada en otra cajita. Pero ante la falta de una muñeca a la que le quedase bien, especialmente los zapatos (los zapatos, ojo al dato) se lo regalé todo a una amiga. ¿Fin de Barbie?
Si hay algo muy importante que decir sobre La Princesa y Yo es que es la novelización de las aventuras que vivían mis juguetes al jugar yo con ellos. De esta forma, el cuento es una especia de explicación mitológica de por qué hay unos u otros juguetes en mi habitación, por qué llegan y por qué desaparecen.El prólogo se centra en la coronación de Barbie como Princesa (o Emperatriz), puesto que es hija de la Emperatriz Reyna. Barbie vive en una casita en Genevia, la ciudad portuaria al lado de París, con sus hermanas Las Tres Mellizas. Trabaja como periodista, recorriendo el país junto a su cámara Action Man, con quien mantiene una extraña relación. Un día, el Primer Ministro la identifica como Princesa al reconocer sus zapatos verdes. Barbie, que se había mantenido en el anonimato para conocer a su pueblo a la perfección antes de acceder al trono, acepta medio a regañadientes convertirse en Princesa, pero insiste en que, como Princesa del pueblo que pretende ser, todo el mundo ha de tener derecho a acudir a su Coronación.
Justo antes de embarcar, Barbie tropieza y pierde un zapato. Action Man corre a recuperarlo, pero es reducido y no consigue embarcar junto a Barbie y las Mellizas. De esta forma se pierde la pista de uno de los dos zapatos dinásticos.
Barbie se exilia en San Francisco, junto a su madre. Las malas lenguas dicen que la Princesa ha perdido la cabeza y que está loca y desmejorada. En cualquier caso, Barbie decide volver a París, donde piden a gritos su cabeza, a rescatar a Action Man. Sin embargo, nunca llegó. La versión más creíble, aportada por operadores de radio con los que la princesa se comunicaba en ese momento, dice que su helicóptero se estrelló en las montañas, pero nunca se encontró ni cadáver ni resto alguno del accidente. Por tanto, la Princesa está desaparecida pero no oficialmente muerta, lo que ocasiona rumores sobre su posible supervivencia.
En los años sucesivos, son muchas las muñecas que se intentan hacer pasar por la Princesa Barbie, aprovechando que se ha perdido la pista de los dos zapatos y que por tanto estos no pueden desmentirlas. Aunque algunas de estas impostoras logran bastante credibilidad, ninguna llega a ser reconocida como la Princesa. De todas ellas, la que más destaca es la actriz Madelaine, pero esa es otra historia.
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