sábado, 9 de marzo de 2013

Isabel





 Isabel es una muñeca de la que me encapriché en cuanto la vi. Por dos razones: es igualita que un personaje de un libro mío, del que lleva el nombre, y también físicamente parecida a Alaska. Se trata de una de las muñecas de la colección 001 de Barbie Basics, concretamente la modelo 05, de rasgos orientales. Durante aquellos días se celebraba un concurso de fotografía que, bueno, no gané, pero en el que participé. Ésas son las fotos que se mostrarán en esta entrada. El objetivo del concurso era reunir fotos de estas muñecas en espacios público que jugasen con la perspectiva para conseguir la ilusión de escala real, y estaban destinadas a promocionar a las muñecas. Aquí tenéis a Isabel en un centro comercial medio abandonado en Cáceres. Isabel ha sido mi primera muñeca Barbie desde, precisamente, Barbie (la princesa). Y la verdad es que le tengo mucho cariño y aprecio a esta muñeca. 
 Esta muñeca también es la más querida por los que han visto alguna vez mis juguetes. Mis primas, por ejemplo, siempre quieren jugar con ella. No es de extrañar. Al ser una muñeca de coleccionista, su          
Isabel en la parte antigua de Cáceres.
molde de cara es distinto de las muñecas para jugar, y su rostro es mucho más seductor. Su pelo es de mucha mejor calidad, largo, voluminoso y suave. También destaca su cuerpo, mucho más delgado y de un plástico distinto al de las muñecas convencionales. Sus perfectas curvas son ideales para hacerle vestidos (cuenta actualmente con un ropero de vestidos hechos a manos que alcanza los 25 conjuntos). La primera colección Basics rendía homenaje al Little Black Dress ideado por Chanel. Sencillo, elegante y versátil. La caja invita a personalizar estas muñecas para que sean únicas. Estos fueron los dos primeros diseños: un vestido de usar y tirar de tela azul y su vestido negro con un chal de esa tela.

En La Princesa y yo, Isabel juega un papel fundamental a lo largo de toda la trama. Quiero empezar aclarando que, a pesar de tener el mismo nombre y mismas relaciones familiares que el personaje homónimo y original de La Bola de Cristal (Pablo Rubio, Editorial Círculo Rojo), no se trata del mismo personaje viviendo otras aventuras. Simplemente la muñeca toma su nombre del personaje original de Isabel Conjuro, así como ciertos rasgos de su personalidad, como la obsesión por la belleza.


Isabel es el primer personaje que aparece en la segunda parte de la historia, Elecciones Generales. Ella es, dentro del gobierno de la República, la Ministra de Exteriores, pero cuando se convocan elecciones a Primer Ministro se presenta con un agresivo programa electoral, en el que se incluye la rehabilitación de la ciudad de París y su reconversión en capital de la Real República Monárquica. Sin embargo, se encuentra con la negativa silenciosa de todo el Gobierno, así como con la del Rey Epi Cosquillas. Isabel, acompañada de su sobrino Jaime, su reportero personal Peter Parker y su piloto Barbie, viaja a París desde Metrópolis para investigar el misterio que envuelve a la ciudad abandonada. En el viaje de vuelta, son atacados por una magia misteriosa, lo que sólo consigue que Isabel sienta más ganas por desentrañar el misterio, al mismo tiempo que se vuelve implacable en su carrera hacia el Primer Ministerio. 

 En medio de su carrera electoral se desplaza a Nueva York con motivo de la celebración de la Convención Barbie Basics, dispuesta a ganar el Barbiest, el premio de belleza más importante del mundo de los juguetes.  Unos días Isabel ha sufrido un atentado en su despacho del que sale con unas manchas azules en los dos brazos. La muñeca no sólo recurre a incontables tratamientos de belleza, sino también a la magia de su espejo mágico. El espejo le habla de sus posibles rivales, que Isabel se dedica a eliminar una por una. Una de ellas es Barbie de Austria, hija de la Emperatriz Sissí, enamorada de su sobrino Jaime. Isabel aprovecha esta debilidad de Barbie para engañarla y hacer un pacto con ella. A cambio de entregar una manzana envenenada a Miranda, otra de las rivales, y perder la voz, Barbie podrá aspirar al amor de Jaime si consigue un beso de él en tres días. Isabel consigue deshacerse así de dos competidoras. Con su compañera de promoción Barbie Basics 01-001, Isabel utiliza un método de tortura consistente en hechizar su corsé para que se apriete hasta que la muñeca no aguanta más y se desmaya, con varias costillas rotas. Isabel también ataca a rivales menores para que no parezca que sólo están siendo víctimas del infortunio sus competidoras directas. El mejor método se lo reserva para Nichelle, a la que encierra en la dimensión del espejo mágico y luego arroja por una ventana del hotel. De esta forma, Isabel se convierte en la más bella y gana el Barbiest.

 La relación de Isabel con su espejo está basada en la madrastra de Blancanieves. Sin embargo, Isabel usa su espejo para cualquier asunta que la inquiete: para espiar a sus enemigos, asegurarse de ser la más bella, obtener su magia... Isabel consiguió su espejo mediante un pacto con Rasputín, que le dio el espejo y todo el poder que conllevaba a cambio de una magia que Isabel poseía sin saberlo. Dicha magia era el amor, y al aceptar el trato Isabel fue despojada de todo rastro de amor que quedase en su corazón, lo que la convirtió en un ser despiadado y cruel, ambiciosa y maquiavélica. Isabel sólo siente debilidad por su sobrino Jaime, pero es incapaz de sentir cualquier otra forma de amor. Isabel, además, es una de las pocas personas con acceso a la magia en la Real República, donde la magia fue desterrada por un poderoso hechizo mágico. 

 Isabel destaca en otros muchos aspectos. Es el juguete más rico de la República, sólo por detrás del tío Gilito. También es jefa de los Servicios Secretos como la agente BB-05-001. Es propietaria de la Casa de Ensueño, una mansión en el centro de la ciudad de Metrópolis, en la que viven junto a ella su sobrino Jaime, la piloto Barbie y una muñeca pequeña llamada Coraline.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Barbie Alaska

Ampliaremos, como dicen en el twitter de RTVE.

 Os dejo un par de imágenes del último conjunto de mi muñeca Isabel. En ellas aparece vestida como Alaska en la gira "Noche de Variedades", concretamente el número de "Cómo pudiste hacerme esto a mí". También os dejo una imagen de un conjunto un poco más viejo, de la gira de "Absolutamente". Ya publicaré una entrada completa con más imágenes.




domingo, 9 de septiembre de 2012

La República

 Bueno, queridos lectores, si es que hay alguno, he vuelto de mis vacaciones y retomo este blog. En las próximas entradas hablaré de los miembros del gobierno de la República, el órgano con el control político de la Habitación. Una serie de Ministros que se encargan de dirigir políticamente la República, cada uno ocupándose de se Ministerio. Actualmente están convocadas unas elecciones a Primer Ministro. Empecemos a conocer al Gobierno.

domingo, 15 de julio de 2012

Exilio

Ya he terminado de presentar a la Familia Real y a dos juguetes que fueron muy relevantes antes de la Revolución (aunque aún hay juguetes de antes de la Revolución que deben ser presentados). Os dejo un extracto del prólogo de La Princesa y Yo, que se titula (el prólogo) La Maldición de los Juguetes.



Unos golpes la despertaron en medio de la noche.
-¡Barbie, abre la puerta!
Barbie se levantó torpemente.
-¿Quién es?
-Soy Action Man. Abre la puerta te digo.
Barbie abrió la puerta de la casita.
-¿Qué quieres a estas horas?- preguntó, dejándole pasar.
-¿Estás vestida? Veo que sí. Despierta a las niñas, hay que irse.
-Action Man, explícame qué pasa.
-No hay tiempo, tenemos que irnos.
-No me moveré hasta que no me des una explicación.
Action Man gruñó.
-Muy bien. Barbie, los ciudadanos se ha rebelado.
-¿Qué?
-La maldición se está cumpliendo. Han asaltado el Palacio Real en busca del Rey y la Princesa. Al parecer, alguien les ha dicho que se está gastando el dinero del Imperio en lujos, bailes, vestidos... Ya sabes, como si no os importase lo que le pase al pueblo.
-¿Qué ha pasado con los miembros de la corte?¿Y el Rey?
-El Sr. Tres Cuernos ha huido a tiempo por una salida secreta. No sé nada del resto. Te buscan a ti, y en cuanto recuerden que no vives en el Palacio, vendrán hacia acá.
-¿A dónde huiremos?
-El buque está en el puerto listo para zarpar. Tenemos que irnos ya. Esta casa está justo en la otra punta de Génevia.
-Mejor que vivir en el centro de París... Voy a despertar a las niñas.
Barbie subió las escaleras y sacó a las mellizas de sus camas.
-¡Niñas!¡Ana, Teresa, Helena, despertad, hay que irse!
Las niñas bajaron medio dormidas al salón y entre Barbie y Action Man les pusieron los petos.
-Venga, salgamos.
Pero ya era tarde. Una turba furiosa aporreaba la puerta.
-¡Ya están aquí!- exclamó Action Man.
-¿Quiénes?- preguntaron las mellizas.
-¡Por la ventana de la cocina!- exclamó Barbie -No nos verán salir por ahí.
Action Man corrió hacia la ventana que decía Barbie y la abrió.
-¡Rápido!
Barbie cogió a las niñas una a una y se las fue pasando a Action Man, que las sacaba por la ventana.
-Ahora tú, Barbie.
Los golpes eran cada vez más fuertes. ¡Iban a echar la puerta abajo!
Barbie estaba subida en el fregadero, lista para salir por la ventana, cuando recordó algo.
-¡Las joyas de mi madre!
-¡No hay tiempo, Barbie!- Action Man no esperó más y la empujó a salir, siguiéndola rápidamente. Unos instantes después, el tumulto de Playmobil y otros juguetes entró a saco en la Casita y la arrasaron en busca de la Princesa.
Action Man, Barbie y las tres mellizas subían corriendo la ladera que había tras la casita para así atrochar y llegar antes a la zona del puerto. Se encontraron con Mickey, que huía en dirección contraria.
-Mickey, ¿a dónde vas? El puerto está en esa dirección.
-No voy al puerto. También han tomado esa zona y apenas hay forma de llegar hasta el barco. Me han dicho que varios juguetes se van a refugiar en las cuevas. Voy hacia allí.
-Mickey, en la dirección en la que vas te encontrarás con los que nos persiguen- avisó Barbie -Vente con nosotros.
-Gracias, Barbie, pero sabré apañármelas. Buena suerte y hasta siempre.
-Mickey, te echaremos de menos- dijo Ana al borde las las lágrimas. Barbie se dio cuenta de que las niñas ya eran conscientes de lo que estaba pasando.
-Y yo a vosotras, chicas. Pero no lloréis, es posible que algún día volvamos a vernos.
Se abrazaron y luego Mickey siguió su camino.
-Vámonos- apremió Action Man- No hay tiempo que perder.
Cuando llegaron a la zona del puerto, se dieron cuenta de que Mickey tenía razón: allí ya no se podía pasar desapercibido.
-¿Qué haremos ahora?- preguntó Barbie.
-Ya sé- dijo Teresa -¿No está por aquí el almacén de telas y servilletas? Podemos hacernos unas capas con ellas para pasar inadvertidos.
-No funcionará- replicó Action Man -no todo el mundo puede permitirse servilletas. Además, son una característica de la princesa.
-Si cogemos las blancas, que son las más baratas, no se darán cuenta.
Entraron en el almacén, que ya había sido abandonado. Las niñas se ocultaron con papel de cocina blanco, pero Barbie tuvo una idea mejor: ella y Action Man se hicieron las capas con unos sacos de carbón de Reyes. Salieron a la calle y echaron a andar hacia el puerto. La enormes chimeneas humeantes del barco ya podían divisarse. Barbie estaba muy nerviosa; la capa le quedaba corta y la gente no hacía más que mirar sus pies, calzados con los zapatos verdes de la Realeza. Al doblar una esquina, se encontraron en la calle que llevaba hasta el buque.. Los guardias tenían un poco controlada la zona para que algunos pasajeros pudieran subir a bordo. Echaron a correr hacia el barco, pero helena tropezó y cayó al suelo. barbie se giró rápidamente para ayudarla a levantarse y entonces se le cayó la capa.
-¡Es la Princesa!¡Cogedla!
Barbie tiró de Helena y echaron a correr.
-¡No paréis, corred!
Action Man se quitó la capa para correr más rápido y entre él y Barbie se las quitaron a las mellizas con el mismo propósito. Barbie tropezó, pero se recuperó y corrió hasta que todos estuvieron en la pasarela del barco, que se puso en movimiento. Barbie se miró los pies. ¡Había perdido un zapato!
-Tengo que ir por él.
-No, Barbie, no hay tiempo.
-¡Es el zapato de mi madre!
-Iré yo- accedió Action Man.
Saltó de la pasarela y corrió hasta donde se encontraba el zapato y lo cogió con una mano. pero ya no pudo volver. La multitud la tomó con él y lo rodeó.
-¡Action Man, no!- gritaba Barbie -¡Paren las máquinas!¡Hay un muñeco en tierra!
Pero nadie la escuchaba ya.
-¡Barbie!- gritó Action Man, rodeado y atacado por todas partes -Nos volveremos a ver, te lo prometo.
Barbie intentó saltar para ayudar a Action Man, pero los guardias se lo impidieron.
-¡Soltadme, soltadme!¡Action Man!
-¡Buena suerte, Barbie!-un golpe en la cabeza tiró a Action Man al suelo y la multitud lo dejó inconsciente. Action Man, sin embargo, no soltó el zapato de Barbie.
-¡Action Man, no!- gritó Barbie, alargando en vano el brazo.
Barbie se retorció, intentó zafarse de los guardis, pero sin éxito. La condujeron al interior del barco con las niñas. En el barco también habían conseguido embarcar el Sr. Tres Cuernos, Epi Cosquillas, Blas y otros juguetes, principalmente peluches, como el Mono Amarillo, los señores Furby, etc.
¿Qué pasó con los juguetes que no consiguieron huir? Nunca se supo. Con el tiempo, los juguetes exiliados también desaparecieron. Al parecer, la maldición era cierta, pues el final de muchos fue completamente desgraciado. tantos sueños rotos, tantas vidas se destruyeron aquella noche... El mundo que se conocía desapareció para siempre y el Imperio nunca volvió a ser el mismo. Tras la revolución, desapareció la Monarquía. Los juguetes para niñas nunca volvieron a ser felices en la habitación. París y sus monumentos cayeron en decadencia y, con el tiempo, la ciudad fue abandonada para siempre y quedó deshabitada. Nunca volvieron a vivirse tiempos tan felices como los que precedieron a la revolución. Y de Barbie y las Tres mellizas... Nunca más volveríamos a saber de ellas. Nunca más.

Action Man

 Os presento a Action Man, un regalo de Papá Noel de la Nochebuena de 1998.
Confieso que no me atraía especialmente Action Man, pero eso de que viniese con una cámara incorporada me chiflaba. Nunca llegué a revelar las fotos que hice si las hice. Olvidad esas gafas de sol, porque yo ni las recuerdo, véase que las perdí. Action Man no era mi juguete preferido, pero sí que lo cogía de vez en cuando. El principal problema era que no daba para más que para la profesión de cámara o reportero. Hace unos años, se lo regalé a mi primo Mario. Parece ser que sólo le faltan los accesorios y el pantalón, pero sé que conserva las botas. Me planteo rescatarlo y restaurarlo.


 El papel de Action Man en La Princesa y Yo es breve pero fundamental, puesto que en él se encuentra la clave para resolver uno de los principales misterios de la trama. Action Man vivía en el Reino Federado, ése que se une al Reino de París-Genevia. Action Man, hombre de acción como su nombre indica, viaja a América a cumplir con una misión y conoce en ese país a Barbie (conoce a muchas Barbies, es América, pero todos sabéis de qué Barbie hablo). No tienen un buen comienzo y el rudo aventurero no es capaz de conseguir caer bien a la rebelde e inconformista muñeca. 
 Tiempo después, cuando Action Man ya vive en París, se reencuentra con Barbie en un baile en el Grand Palais (este palacio sólo era usado para recepciones, despacho real y bailes; el Louvre es la Residencia Real). El reencuentro es violento para ambos, pero se ven forzados a cooperar en el trabajo como equipo de reporteros, recorriendo el territorio del Imperio. 
 La mayor aventura que vivieron juntos fue en otra Habitación (Habitación será frecuentemente usado como sinónimo de País), en la que ambos fueron secuestrados: Action Man fue incorporado a la fuerza en las filas de los juguetes para niños y Barbie en el bando rival. Ambos decidieron huir y planearon su fuga, que se vio frustrada por un plan de los juguetes para niñas: obligar a Barbie a casarse con un príncipe Ken. Action Man consiguió rescatar a Barbie en medio de la boda, huyendo juntos y siendo perseguidos por los bandos rivales, que olvidaron sus diferencias para evitar que escapasen los muñecos.
 Tras este episodio, ambos aprendieron a respetarse, pero siempre guardando cierta distancia. Surgieron rumores de que entre ellos había un romance, aunque estos rumores están sin confirmar, ya que nunca lo mostraron en público. Durante el proceso de coronación de Barbie, Action Man fue nombrado guardaespaldas de la Princesa, protegiéndola la noche de su Coronación, cuando el misterioso intruso lanzó una maldición sobre la Familia Real y demás juguetes para niñas. La noche de la Revolución, Action Man consigue que Barbie y las Tres Mellizas puedan escapar en barco, pero él no lo consigue, y se queda en París con un zapato de Barbie. Action Man es encarcelado por colaborar con la Monarquía y, cuando es liberado, se recluye en la Catedral de Notre Dame, una vez abandonado París, donde muere de una enfermedad que contrajo en prisión.

Las Tres Mellizas

Es, de verdad, la mejor foto que he podido encontrar. Parece ser que no hay fotos más decentes que esta. Bueno, de todas formas, todos sabéis qué serie de televisión era Las Tres Mellizas y cómo eran las muñecas de tela (concretamente no son las de esta foto, eran un pelín más grandes y eran las de los noventa, con los zapatos marrones y un uniforme un poco más bonito). Si tenéis alguna duda aún respecto a la apariencia de estas muñecas, recurrid a Google. Si no he cogido fotos de primer plano es porque no salían muy favorecidas.

 Vayamos al tema. En 1999 salió a la venta La Casita de Las Tres Mellizas. Previamente yo ya había tenido unas muñecas de goma de esta serie, pero pedí la casita para Reyes. La verdad es que me volvía loco la serie, incluso aún las sigo viendo. El 5 de enero de 2000, los Reyes Magos dejaron en casa de mi abuela, junto con Epi Cosquillas, la Casita. Era la mejor casa de muñecas que podáis imaginar. Las sábanas venían limpias y planchadas, la vajilla se guardaba en la alacena y los cubiertos en el cajón de la mesa azul, y las tazas podían dejarse en el fregadero. Además, las pegatinas te hacían sentir que realmente la casita estaba sacada de la serie. Con el tiempo, mudé a mi muñeca Barbie junto a las mellizas, añadí más pegatinas propias a la casita (un cromo de la escena en la que La Cenicienta pierde el zapato hacía las veces de cuadro y de tele) e incluso pululaban otros juguetes por ella. Pero una mudanza temporal hizo que se empezasen a desperdigar las cosas. Se perdió la muñeca de Teresa, luego los vestidos, finalmente Ana y Helena... La Casita acabó en la cochera de mi abuela, finalmente en la casa del campo y luego mi abuela la tiró, sin permiso, claro, porque podría haberla restaurado para otras muñecas. Afortunadamente, se salvaron las camas, el reloj, alguna silla, parte de la vajilla... No mucho, pero suficiente para dar un toque de nostalgia y homenaje a una casa de muñecas que tengo proyectada.

 Ya habéis visto que mis muñecas se perdieron. ¿Cómo se refleja eso en mi cuento? Fueron víctimas de la maldición de la que ya he hablado.

 En La Princesa y Yo, la Casita está ubicada a las afueras de París, en la ciudad-puerto de Genevia, en un barrio entre varias cuestas y una colina. En ella viven las Tres Mellizas, junto con Barbie. No tenía pensado revelar toda la historia aquí, porque es algo que no se revela en el cuento hasta bien avanzada la acción, pero me vais a dejar desvelar el secreto. Las Tres Mellizas son las hijas más pequeñas de la Emperatriz Reyna, nacidas de un breve romance de ésta con el Sr. Tres Cuernos al unirse los Reinos. El Sr. Tres Cuernos intentó que las Mellizas fuesen nombradas Herederas, pero Reina, que temía la pérdida de autodeterminación de su pueblo y un futuro difícil para sus hijas, se negó y prefirió exiliarse para protegerlas. Reyna en ningún momento quiso que tuviesen el más mínimo derecho dinástico, aun cuando tuviesen el título de Grandes Duquesas o Infantas. Reyna, aunque no las negó, no quiso hacer público que las Mellizas eran sus hijas, con el fin de protegerlas y presentarlas en sociedad en el momento adecuado. Cuando Barbie estaba en París, trabajando como periodista, Reyna estimó oportuno enviarle a sus hermanas a la ciudad, y para ello compró una casa en su propia ciudad natal, Genevia. Las Mellizas apoyaron a su hermana mayor a la hora de tomar la decisión de aceptar la Corona y huyeron con ella la noche de la Revolución, hacia Londres. Barbie viajó a San Francisco a reunirse con su madre, asegurándole que sus hermanas estaban a salvo bajo el amparo de la reina inglesa, a quien habían debido explicar la situación. Barbie desapareció poco después, se la dio por muerta, y Reyna debió viajar a Londres para reunirse con sus hijas, a las que decidió llevar con ella de nuevo a San Francisco en el buque de lujo Titanic, en su primera travesía.
 La tragedia, como imaginaréis, sacudió al barco. Aunque Reyna y las Mellizas consiguieron subir a un bote durante el hundimiento, este volcó debido a la ola que provocó la popa del barco al romperse y chocar contra el agua. Reyna fue subida a otro bote suplicando por sus hijas, que, al ser de tela, se empaparon rápidamente, no pudieron seguir nadando y murieron congeladas. Sus cuerpos fueron rescatados unos días después. Durante mucho tiempo, nadie supo del verdadero origen de las tres mellizas, hasta que Isabel, investigando sobre la maldición, descubre casi todo lo relativo a ella y lo hace público.

 Las Mellizas, ya que no figuran en la historia como miembros de la Familia Real hasta que Isabel lo descubre, no van a tener dicha etiqueta.

viernes, 13 de julio de 2012

El Príncipe Enrique

 He encontrado, por suerte, el modelo concreto de muñeco que yo tuve. Como veis, se trata del muñeco del príncipe de Cenicienta, al que yo llamé Enrique por la película Por Siempre Jamás. Durante todo el tiempo que lo tuve, tengo que decir que este muñeco fue muy pagafantas. Lo compré porque quería un novio para mi muñeca Madeleine, lo que podemos entender como un matrimonio concertado, vamos. El caso es que los casé, pero este muñeco pronto acabó en el baúl, sustituido por mi muñeco de Peter Parker con muda de Spider-Man. Y prácticamente no volvió a salir del baúl. En años. Hasta que se lo regalé a mi prima Jimena, que tenía una muñeca de Cenicienta. Otro matrimonio concertado. Arreglé su traje (el raso se desgarra y deshilacha con facilidad), encontré sus zapatos y lo puse a punto. El verano pasado descubrí que mis primas lo habían perdido. Triste y desagradecido final de un muñeco que durante todo su tiempo no fue reconocido y fue tratado de la manera más desagradecida posible.

 De la misma manera que sólo fue relevante durante un tiempo en mi habitación, el Príncipe Enrique cobra poco protagonismo en La Princesa y Yo. Como ya se ha dicho en anteriores entradas, el Príncipe Enrique es el segundo hijo de la Emperatriz Reyna, y según la antigua ley del Reino de París, el Heredero por nacimiento. Pero la Emperatriz modificó la ley para que pudiese reinar su primogénita, Barbie. Reyna siempre dijo que era para mantener el poder de las muñecas, pero las habladurías rumoreaban sobre la posible falta de un hervor en el Príncipe (al estilo Infanta Elena). Enrique, al igual que Barbie, acompañó a su madre a San Francisco. Volvió a París varios años después, pues un grupo de antiguos cortesanos, entre ellos Epi Cosquillas, defendía los derechos al trono de una muñeca a la que presentaron como la desaparecida Princesa Barbie. Al haberse perdido los zapatos que legitimarían a esa muñeca como Heredera, la Emperatriz envió a Enrique a comprobar la identidad de la muñeca, que resultó ser finalmente una impostora instruida por el grupo de estafadores. Madeleine era una muñeca imitación Barbie, actriz de profesión, que había aceptado el encargo a cambio de una buena vida. La buena vida le llegó cuando el Príncipe, tras negarla como Heredera, y ella se enamoraron, un romance que escandalizó a los restos de las descompuestas monarquías europeas. Se casaron en el París decadente y medio abandonado ya por la Revolución, convertida en República, cuyos dirigentes estaban más esmerados en intentar levantar el país que en decapitar aristócratas. Se celebró una boda fastuosa, a la que asistieron los nuevos ricos a falta de asistentes de las familias reales, que boicotearon la boda negándose a asistir. De hecho, tres bodas se celebraron: en París, en Metrópolis y en la Ciudad Playmobil. La pareja vivió feliz y desahogadamente hasta que apareció en la vida de Madeleine un periodista, llamado Peter Parker, que hizo tambalearse el matrimonio. Ella, dividida entre un inevitable enamoramiento y su sentido de la fidelidad, se vio obligada a pedir el divorcio para evitar que se manchase en exceso la imagen del Príncipe. Tras un tiempo breve, Madeleine confesó a Enrique que seguía enamorada de él, pero que necesitaba un tiempo sola para reflexionar. Madeleine planeó un viaje para aislarse, volver al trabajo, a su vida anterior y recomponerse, pero un accidente de coche truncó sus planes y acabó con su vida. La prensa sensacionalista se puso las botas y atribuyó su muerte a la famosa maldición de los juguetes para niñas. Enrique se instaló en una finca a las afueras de Metrópolis, pues París ya había sido definitivamente abandonada, viviendo en el anonimato hasta que su madre le concertó un matrimonio con una princesa europea. Sin embargo, Enrique murió en circunstancias misteriosas antes de la boda.
 No se sabe con certeza aún si la muerte de Enrique es atribuible a la ya mencionada maldición, pues está fuera del plazo de siete años de la misma. Se cree que los siete años no es el plazo para que la maldición haga efecto, sino el tiempo durante el cual maldice a todo juguete para niñas que pisara la Habitación. Es decir, puede tardar mucho en actuar. Otras fuentes sugieren que esta demora se debe a que el Príncipe, a pesar de ser un muñeco para niñas, era un muñeco y no una muñeca, lo que pudo hacer que la maldición no se manifestase en toda su intensidad.